Extracto de la segunda parte de “Ser libre allí donde estéis”, enseñanza dada por Thây en el centro correccional de Maryland, Estados Unidos, el 16 de octubre de 1.999
Sabemos que una emoción no es más que una emoción. Llega y permanece un momento y después deberá partir, como una tempestad. Una tempestad llega, queda un momento y deberá partir. No debemos morir a causa de una emoción, nosotros somos verdaderamente más grandes que una emoción, verdaderamente, verdaderamente más. Entonces, cuando sintáis que la emoción va a manifestarse, que llega, es muy importante que os instaléis en una posición sentada, una posición bien estable, como yo estoy ahora.
Incluso podéis acostaros, es también una posición muy estable, y dirigís vuestra atención a vuestro vientre y estáis atentos a sentir vuestro vientre elevarse y descender. Respiráis profundamente y concentráis toda vuestra atención a sentir vuestro vientre elevarse y descender. En posición sentada, como yo estoy, yo diría que el nivel de mi cabeza es el remate del árbol. No me quedaré aquí, desplazaré mi atención hacia abajo, hacia el tronco del árbol que está justo debajo del ombligo.
Sabéis que es peligroso quedarse en el ojo de la tempestad. El ojo de la tempestad está en la cabeza, entonces descended hasta debajo del nivel del ombligo y comenzad a practicar la respiración en plena conciencia, inspirad y espirad profundamente y concentrad toda vuestra atención sobre vuestro abdomen que se eleva y desciende.
Podéis practicar así durante diez, quince o veinte minutos y veréis que estáis fuertes, lo bastante fuertes para resistir a la tempestad. En la posición sentada o acostada, engancharos a vuestra respiración como una persona se engancha a su chaleco salvavidas en la mitad del océano y os daréis cuenta que sois lo bastante fuertes para resistir a la emoción y un poco más tarde esta emoción partirá. Durante este momento de respiración, podéis observar que una emoción no es más que una emoción y que vosotros sois mucho, mucho más que una emoción.. Una emoción es algo impermanente.
Viene, permanece un momento y se irá. Estaréis asombrados al constatar que sois capaces de resistir a una emoción sólo practicando la respiración en la plena conciencia y concentrándoos en el movimiento de vuestro abdomen que se eleva y desciende. Puede que hayáis tenido el deseo de decir a un amigo o a vuestros hijos, si los tenéis, cómo practicar. Conozco a mamás que ayudan a sus hijos a practicar así.
Ellas tienen la mano de su hijo y dicen: “Querido mío, respira conmigo. Inspirando, soy consciente de que mi abdomen se eleva. Espirando, soy consciente que mi abdomen desciende”. Y ellas guían al niño respirando
Credito del Texto:
El arte de dominar una tempestad.
Credito del las fotos:
Thay
Thay orando
Ofrenda
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