22 agosto, 2007

El auténtico sentido de la compasión. Joanna Macy


En 1986, en el valle de Katmandú, escuché el siguiente relato de voz de su autora Joanna Macy, quien por muchos años residiera en una comunidad de refugiados tibetanos en el norte de la India, bajo la supervisión espiritual de Khamtrul Rinpoche, uno de los más grandes lamas de la tradición Nyingma o antigua del Budismo Tibetano. En el encuentro, una profunda enseñanza de suprema sencillez, que pienso comunica la esencia del Budismo Tibetano.
Marco Antonio Karam
Casa Tibet Mexico


El auténtico sentido de la compasión.
“Era una de las muchas horas del té que compartía con Khamtrul Rimpoché, la cabeza de una comunidad de refugiados de Kham (este del Tibet) que residía en Dalhousy, India. Junto con dos tulkus menores o lamas encarnados, hacíamos planes para la construcción de un centro de producción artesanal. Como de costumbre, Khamtrul Rimpoché tenía un lienzo estirado a su lado, en el cual, con amable ecuanimidad, pintaba mientras bebíamos nuestro té y charlábamos. Su cara enorme, redonda, y alegre, exudaba una confianza serena entorno al eventual éxito de nuestros proyectos.

Yo, como de costumbre, estaba atrapada en la urgencia de desarrollar nuestros planes para la organización de la cooperativa artesanal y las múltiples solicitudes de subsidio que mandábamos al gobierno Indio y a muchas otras organizaciones. No podía saber entonces, que este esfuerzo resultaría finalmente en el asentamiento monástico de Tashi Jong, donde unos años más tarde, en tierras adquiridas en el Valle de Kangra en las estribaciones del Himalaya, una comunidad de más de 400 monjes y laicos khampas tibetanos, asentarían sus raíces en el exilio.

En esta tarde particular, una mosca cayó en mi té. Eso era por supuesto, algo sin importancia. Después de un año en la India, me consideraba inmune a la omnipresencia de los insectos, hormigas en mi azucarera, arañas en la alacena, e incluso por la mañana alacranes en mis zapatos. Sin embargo, al levantar mi taza, he debido haber revelado, por mi expresión facial o un pequeño sonido, la presencia de la mosca. Choegyal Rinpoché, el tulku de dieciocho años de edad que se convertiría en mi amigo de toda la vida, se inclinó hacia adelante con simpatía y preocupación. “¿Qué pasa?” “Oh, nada”, dije “no es más que una mosca en mi té” Me reí un poco para comunicar mi aceptación y compostura. No quería que pensara que unos simples insectos eran un problema para mí; después de todo, yo era ya una occidental acostumbrada a la India, relativamente libre de fobias y apegos a la salubridad moderna.

Choegyal canturreó suavemente, aparentemente en conmiseración con mi apuro, “Oh, oh, una mosca en el té”. “No hay problema”, reiteré, sonriendo en forma reconfortante. Pero él siguió mostrando una gran preocupación en mi taza. Se levantó de su silla, se inclinó e introdujo su dedo en mi té. Con mucho cuidado sacó a la mosca ofensora y salió del cuarto apresurado. Se reanudó la conversación en la mesa. Estaba ansiosa por conseguir la confirmación de Khamtrul Rimpoché en torno a los planes para asegurarnos de lana tibetana de gran altitud, indispensable para nuestra producción tradicional de alfombras.

Cuando Choeyal Rinpoché regresó a la casa de campo, se encontraba radiante. “Va a estar bien”, me dijo en voz baja. Me explicó cómo había colocado a la mosca en la hoja de una rama de un arbusto cercano a la puerta, donde sus alas podrían secarse. Y la mosca estaba todavía viva, porque había comenzado a desplegar sus alas, y seguramente alzaría pronto su vuelo.

Eso es lo que recuerdo de esa tarde –no los acuerdos a los que llegamos o los planes que hicimos, sino el informe de Choegyal en torno al hecho de que la mosca viviría. Y recuerdo, también, la risa en mi corazón. No podría, con toda justicia, compartir todas las dimensiones de la compasión de Choegyal, pero el placer en su cara revelaba cuánto me estaba perdiendo, al no extender mi preocupación personal hacia todos los seres, incluyendo las moscas. A su vez, la mera noción de que tal cosa fuera posible me llenó de deleite ilimitado.

Mi siguiente lección ese verano también ocurrió de un modo casual, de paso. Para ayudar a los tibetanos, quería contar su historia al mundo, una historia que yo justamente comenzaba a descubrir. Tenía fotos impresionantes de los tibetanos en el exilio, de sus caras y artesanías, y los majestuosos bailes de los lamas ataviados en sus vestimentas rituales. Concebí un artículo ilustrado para una publicación popular, como el National Geographic; pero para atrapar la simpatía de los occidentales y lograr su apoyo, ese artículo, creía, debería incluir los horrores de los cuales estos refugiados habían escapado. No obstante, las historias de inhumanidad abrumadora y de torturas aplicadas a los tibetanos por parte de los invasores chinos, me habían llegado tan sólo en forma periférica, en arrebatos, por parte de laicos y de otros occidentales. Por lo general, los grandes lamas eran renuentes a describir o abordar estas historias.

Presenté mi argumento a Choegyal Rinpoché, el más accesible de los jóvenes tulkus. Él contaba con trece años de edad cuando los chinos invadieron su monasterio, y guardaba sus propios recuerdos en torno a lo que los soldados le habían hecho a sus monjes y lamas. En aquel entonces, yo contaba con una curiosidad malsana en torno a esos espantosos relatos, quizás desarrollada en mi infancia por el periodismo amarillista de los suplementos dominicales de Nueva York y por las películas de horror sobre antiguas torturas chinas. Sin embargo, sabía que tales historias llamarían la atención de los lectores occidentales y propiciarían el apoyo a la causa tibetana.

Sólo cuando pude convencer a Choegyal que el compartir estos recuerdos con el público occidental, ayudaría a la lucha de los refugiados tibetanos, él comenzó a revelar algunos de los pormenores de lo que antes de su huida del Tibet, había visto y sufrido de mano de los invasores chinos. Las historias salieron en pedazos, durante conversaciones, cuando hacíamos una pausa fuera del nuevo centro artesanal de producción o caminábamos hacia el monasterio provisional. Sólo entonces divulgó algunos de los detalles de lo que había ocurrido. Muchos de estos, como las formas de intimidación, coerción y la tortura utilizada, han llegado a ser hoy en día, más de medio siglo más tarde, del dominio público.

Curiosamente, la lección que aprendí, y que quedará por siempre conmigo, no gira entorno a la ya conocida infinita capacidad humana para la crueldad. Por el contrario, estábamos parados con Choegyal bajo un árbol de rododendro, la luz del sol titilando en su cara a través de las hojas y de las flores del color de su hábito. Justamente acababa de decirme lo que quizás era su recuerdo más doloroso –lo que los militares chinos habían hecho a sus monjes en el gran salón de oración, mientras sus maestros lo escondían en la falda de una montaña cercana al monasterio. Me quedé sin aliento sobrecogida y respiré fuerte para contener la tristeza y el enojo que me embargaba. Luego me detuve por la mirada que me dirigió, con ojos brillantes de lágrimas no derramadas.

“Pobres chinos”, murmuró.

Con un estremecimiento de reconocimiento, me di cuenta que las lágrimas en sus ojos no se derramaban por sí mismo o por sus monjes o por el que fue el gran monasterio de Dugu en la tierra de Kham en Tibet Occidental. Esas lágrimas eran para los propios destructores.

“Pobres chinos”, dijo, “no se dan cuenta de lo que hacen. Todas sus acciones tendrán reacciones. Solo se dañan a si mismos”.

No puedo emular el alcance de esa compasión, pero la he visto, la he reconocido. Ahora se que su expresión está dentro de nuestra capacidad humana. Y eso cambia para mí permanentemente la cara de la vida.

Credito de las fotos:
Khamtrul Rimpoche
Choegyal Rimpoche

20 agosto, 2007

El arte de dominar una tempestad. Thich Nhat Hahn



Extracto de la segunda parte de “Ser libre allí donde estéis”, enseñanza dada por Thây en el centro correccional de Maryland, Estados Unidos, el 16 de octubre de 1.999



Sabemos que una emoción no es más que una emoción. Llega y permanece un momento y
después deberá partir, como una tempestad. Una tempestad llega, queda un momento y deberá partir. No debemos morir a causa de una emoción, nosotros somos verdaderamente más grandes que una emoción, verdaderamente, verdaderamente más. Entonces, cuando sintáis que la emoción va a manifestarse, que llega, es muy importante que os instaléis en una posición sentada, una posición bien estable, como yo estoy ahora.
Incluso podéis acostaros, es también una posición muy estable, y dirigís vuestra atención a vuestro vientre y estáis atentos a sentir vuestro vientre elevarse y descender. Respiráis profundamente y concentráis toda vuestra atención a sentir vuestro vientre elevarse y descender. En posición sentada, como yo estoy, yo diría que el nivel de mi cabeza es el remate del árbol. No me quedaré aquí, desplazaré mi atención hacia abajo, hacia el tronco del árbol que está justo debajo del ombligo.
Sabéis que es peligroso quedarse en el ojo de la tempestad. El ojo de la tempestad está en la
cabeza, entonces descended hasta debajo del nivel del ombligo y comenzad a practicar la respiración en plena conciencia, inspirad y espirad profundamente y concentrad toda vuestra atención sobre vuestro abdomen que se eleva y desciende.
Podéis practicar así durante diez, quince o veinte minutos y veréis que estáis fuertes, lo bastante fuertes para resistir a la tempestad. En la posición sentada o acostada, engancharos a vuestra respiración como una persona se engancha a su chaleco salvavidas en la mitad del océano y os daréis cuenta que sois lo bastante fuertes para resistir a la emoción y un poco más tarde esta emoción partirá. Durante este momento de respiración, podéis observar que una emoción no es más que una emoción y que vosotros sois mucho, mucho más que una emoción.. Una emoción es algo impermanente.
Viene, permanece un momento y se irá. Estaréis asombrados al constatar que sois capaces de resistir a una emoción sólo practicando la respiración en la plena conciencia y concentrándoos en el movimiento de vuestro abdomen que se eleva y desciende. Puede que hayáis tenido el deseo de decir a un amigo o a vuestros hijos, si los tenéis, cómo practicar. Conozco a mamás que ayudan a sus hijos a practicar así.

Ellas tienen la mano de su hijo y dicen: “Querido mío, respira conmigo. Inspirando, soy consciente de que mi abdomen se eleva. Espirando, soy consciente que mi abdomen desciende”. Y ellas guían al niño respirando como ellas utilizando esta emoción. Si practicáis así, seréis capaces de generar la energía de la estabilidad y cuando tendáis la mano a otra persona, le transmitiréis la energía de vuestra estabilidad y la ayudaréis a practicar como vosotros a fin de atravesar la zona de la tempestad. Es muy eficaz pero, por favor, recordad una cosa: no esperéis a tener una gran emoción para practicar porque si esperáis, olvidaréis la práctica. Es preciso practicar ahora.

Hoy estáis bien; no os resentís de una gran emoción. Es el buen momento para aprender a practicar, para comenzar la practica. Y si lo hacéis durante tres semanas, veintiún días, esto se convertirá en un hábito. Practicad diez minutos por día y cuando la emoción llegue, recordaréis la práctica de forma natural. Sentaros y practicad la inspiración y la espiración y concentrad vuestra atención sobre vuestro vientre y si una vez os llega una emoción, tendréis confianza en la práctica y diréis a vuestra emoción: “De acuerdo, si vuelves, actuaré de la misma manera”. No habrá miedo en vosotros, porque sabéis que podéis hacerlo. Practicad regularmente, habrá muchos efectos positivos en vosotros, en vuestra salud, y si enseñáis a otra persona como practicar, a vuestro hermano, vuestra hermana o vuestro hijo, esto puede ayudar a salvarle la vida en el futuro. En nuestros días, muchos jóvenes no saben curar sus emociones y el número de personas que se suicidan a causa de sus emociones es muy elevado. Es un ejercicio simple, pero muy importante. Cuando estáis tan airados que la desesperación parece tan grande, que vuestro miedo está tan vivo, acordaros, por favor, de practicar. Os aconsejaría comenzar hoy, en la posición sentada, donde estéis, y practicar durante diez o quince minutos y hacer lo mismo mañana, y en tres semanas, esto se hará un hábito y si no practicáis, sentiréis que algo se os escapa, que os falla algo. Vuestra práctica os aportará mucho bienestar, mucha estabilidad y eso es la mejor protección que os podéis aportar a vosotros mismos. Pienso siempre que la energía de la plena conciencia es la energía del Buda, la energía de Dios, del Espíritu Santo, que puede protegernos en todo instante y que está en nosotros, en nuestro interior. Cada vez que tocáis la simiente de la plena conciencia y que practicáis la respiración consciente, la energía de Dios, la energía del Buda, está allí para protegeros. Ella nos ayuda a no decir o a no hacer las cosas que no queremos decir ni hacer.
Credito del Texto:
El arte de dominar una tempestad.
Credito del las fotos:
Thay
Thay orando
Ofrenda

18 agosto, 2007

Atreverse a ser. Nelson Mandela

ATREVERSE A SER
Nelson Mandela
Nuestro miedo mas profundo no es creer que somos inadecuados. Nuestro miedo mas profundo es saber que somos poderosos mas allá de la mesura. Es nuestra Luz, no nuestra Oscuridad, lo que mas nos asusta. Nos preguntamos: ¿Quién soy yo para sentirme brillante, atractivo, talentoso, fabuloso? Pero en realidad ¿quién eres tú para no serlo? Tú eres un niño de Dios. Tu juego a ser insignificante no sirve al mundo. No hay nada de iluminación en hacerte menos, con el fin de que otras personas no se sientan inseguras a tu alrededor. Todos podemos brillar, tal como lo hacen los niños. Todos nacimos para manifestar la Gloria de Dios que se encuentra en nuestro interior. Esta Gloria no está dentro de unos cuantos, está dentro de todos nosotros. Y cuando permitimos que nuestra propia Luz brille, inconscientemente damos la oportunidad a otras personas para hacer lo mismo. Conforme nos vamos liberando de nuestros miedos, nuestra presencia libera a otros automáticamente!".

Credito de la foto:
Nelson Mandela

17 agosto, 2007

Manual del Guerrero de la Luz.(1) Paulo Coelho

El Guerrero de la Luz medita.

Se sienta en un lugar tranquilo de su tienda
y se entrega a la luz divina.
Al hacer esto,
procura no pensar en nada:
se deconecta de la busqueda de placeres,
de los desafios y de las revelaciones,
y deja que sus dones y poderes se manifiesten.


Aunque no los reciba en el mismo momento,
estos dones y poderes estan cuidando de su vida,
y van a influir en su quehacer cotidiano.

Mientras medita,
el guerrero no es el,
sino una centella del Alma del Mundo.
Son estos momentos los que le permiten entender su responsabilidad,
y actuar de acuerdo a ella.

Un Guerrero de la Luz sabe que,
en el silencio de su corazon,
existe un orden que lo orienta.

Credito de la foto:
Meditacion

La cancion del Arbol maduro. Enrique Mariscal



La canción del árbol maduro.

En luna llena, cuando el olor
del jazmín perfuma la noche tibia,
a veces se escucha una melodía en el jardín.
El árbol maduro canta reconocido:

"Mi amor por ti es una rara flor
que amanece tierno canto,
pétalo, tallo, color,
silencio de pasión o llanto.
Tantos días de amor dedicados
a latir en el goce sin miedo,
alegría de ser alojados
en el centro mismo del fuego.
Tantas horas de amor, vida mía
consumiendo néctar y manos,
huésped feliz de tus días
sin momento que resulte vano".

De "manual de jardinería humana"
Salud Alternativa Nº 6, 96

Créditos fotos:
Jazmín
Olivo

La batalla interior. Morihei Ueshiba





















El verdadero guerrero es invencible
porque no lucha con nadie.
Vencer significa derrotar la idea de disputa
que albergamos en nuestra alma.




Morihei Ueshiba












Credito de la foto:
Morihei Ueshiba
El Maestro

16 agosto, 2007

El elefante encadenado. Jorge Bucay

EL ELEFANTE ENCADENADO


Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales.

También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enrome bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos cent ímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parec ía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?

Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvi ó a probar, y también al otro y al que le seguía...

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal acept ó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree (pobre) que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.

Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

Credito de la foto:

Ashes & Snow de Gregory Colbert

Contactando la tierra. Thich Nhat Hanh

Las cinco postraciones.
Thich Nhat Hanh

En gratitud, me postro ante todas las generaciones de antepasados de mi familia de sangre.
(Campana)
(Postrarse)

Mi madre

En mí mismo veo a mi padre y a mi madre, cuya sangre, carne y vitalidad están circulando en mis propias venas y nutriendo cada una de mis células. A través de ellos veo a mis cuatro abuelos. Sus expectativas, experiencias y sabiduría han sido transmitidas desde tantas generaciones de antepasados. Llevo en mí la vida, sangre, experiencia, sabiduría, felicidad y tristeza de todas las generaciones. El sufrimiento y todos los elementos que necesitan ser transformados, Yo estoy transformando. Abro mi corazón, carne y huesos para recibir la energía de comprensión, amor y experiencia que me es transmitida a través de todos mis antepasados. Veo mis raíces en mi padre, madre, abuelos, abuelas y todos los antepasados. Sé que sólo soy la continuación de este linaje ancestral. Por favor, denme su apoyo y protección y transmítanme su energía. Sé que donde quiera que hay hijos y nietos hay también antepasados. Sé que los padres siempre aman y apoyan a sus hijos y nietos aunque no siempre sean capaces de expresarlo con habilidad debido a las dificultades que ellos mismos han encontrado. Veo que mis antepasados trataron de construir una forma de vida basada en la gratitud, alegría, confianza, respeto y amor bondadoso. Como una continuación de mis antepasados, me postro profundamente y permito que su energía fluya por mí. Le pido a mis antepasados su apoyo, protección y fuerza.

(Campana)
(Respirar profundamente 3 veces)
(Ponerse de pie)


En gratitud, me postro ante todas las generaciones de antepasados de mi familia espiritual.
(Campana)
(Postrarse)

Veo en mí mismo a mi maestros, aquellos que me enseñan el camino del amor y el entendimiento, la forma de respirar, sonreír, perdonar y vivir con profundidad en el momento presente. Veo a través de mis maestros, a todos los maestros de muchas generaciones y tradiciones, llegando hasta aquellos que comenzaron mi familia espiritual miles de años atrás. Veo al Buda como mi maestro y también como mi antepasado espiritual. Veo que la energía del Buda y la de muchas generaciones de maestros ha entrado en mi, creando paz, alegría, entendimiento y bondadoso amor en mí. Sé que la energía del Buda ha transformado profundamente al mundo. Sin el Buda y sin todos esos antepasados espirituales, no sabría el camino a practicar para traer paz y felicidad a mi vida y a las vidas de mi familia y la sociedad. Abro mi corazón y mi cuerpo para recibir la energía del entendimiento, amor compasivo y protección de los Despertados, sus enseñanzas y la comunidad de la práctica a través de las generaciones. Yo soy su continuación. Le pido a estos antepasados espirituales me transmitan su fuente infinita de energía, paz, estabilidad, entendimiento y amor. Tomo el voto de practicar la transformación del sufrimiento en mí y en el mundo y a transmitir su energía a las futuras generaciones de practicantes.

(Campana)
(Respirar profundamente 3 veces)
(Ponerse de pie)


En gratitud, me postro ante esta tierra y a los antepasados que la hicieron disponible.
(Campana)
(Postrarse)

Veo que estoy íntegro, protegido y nutrido por esta tierra y por todos los seres vivos que han estado aquí y, con todos sus esfuerzos, han hecho la vida fácil y posible para mí. Veo a los pueblos originarios, a los conquistadores y a los patriotas, y todos los demás conocidos o desconocidos. Veo a todos aquellos que han hecho de este país un refugio para la gente de tantos orígenes y razas, con su talento, perseverancia y amor, aquellos que han trabajado duro para construir escuelas, hospitales, puentes y caminos, para proteger los derechos humanos, para desarrollar la ciencia y la tecnología y para luchar por la libertad y la justicia social. Me veo contactando mis antepasados indígenas, que han vivido en esta tierra durante tanto tiempo y conocen las formas de vivir en paz y armonía con la naturaleza, protegiendo las montañas, bosques, animales, vegetación y minerales de esta tierra. Siento la energía de esta tierra penetrando mi cuerpo y alma, apoyándome y aceptándome.

Tomo el voto de cultivar y mantener esta energía y transmitirla a las futuras generaciones. Tomo el voto de contribuir a transformar la violencia, el odio y las falsas ilusiones que todavía yacen profundas en la conciencia colectiva de esta sociedad, de manera que futuras generaciones tengan más seguridad, alegría y paz. Le pido a esta tierra su protección y apoyo.

(Campana)
(Respirar profundamente 3 veces)
(Ponerse de pie)


En gratitud y compasión, me postro y transmito mi energía a aquellos que amo.
(Campana)
(Postrarse)

TErika, Felipe y Gabriel
Toda la energía que he recibido quiero ahora transmitírsela a mi padre, madre, a todos los que amo, a todos los que han sufrido y se han preocupado por mí y por mi bien. Sé que no he estado suficientemente atento en mi vida diaria. También sé que aquellos que me aman han tenido sus propias dificultades. Han sufrido por no tener la suerte de tener un medio ambiente que los impulsara a desarrollarse completamente. Transmito mi energía a mi madre, mi padre, mis hermanos, mis hermanas, mis seres amados, mi esposo, mi esposa, mi hijas y mi hijos de manera que se alivie su dolor, para que puedan sonreír y sentir el placer de estar vivos. Deseo que todos ellos gocen de buena salud y estén alegres. Sé que cuando estén felices, yo también estaré feliz. Ya no tengo resentimientos con ninguno de ellos. Ruego que todos mis antepasados en mis familias de sangre y espiritual enfoquen su energía hacia cada uno de ellos, para protegerlos y apoyarlos. Sé que no estoy separado de ellos. Soy uno con los que amo.
(Campana)

(Respirar profundamente 3 veces)
(Ponerse de pie)

5. En comprensión y compasión, me postro para reconciliarme con aquellos que me han hecho sufrir.
(Campana)
(Postrarse)

Abro mi corazón y envío toda mi energía y comprensión a cada uno de los que me han hecho sufrir, a aquellos que han destruido gran parte de mi vida y de la vida de los que amo. Ahora sé que estas personas han experimentado mucho sufrimiento y que sus corazones están recargados de dolor, enojo y odio. Sé que cualquiera que sufra tanto hará sufrir a los que están cerca de él o ella. Sé que pueden haber tenido poca suerte, sin haber tenido nunca la oportunidad de que los cuidaran y amaran. La vida y la sociedad les han dado tantas dificultades. Han sido agraviados y abusados. No han sido guiados por el camino de la vida consciente. Han acumulado percepciones equivocadas sobre la vida, sobre mí y sobre nosotros. Nos han hecho mal a nosotros y a las personas que amamos. Ruego a todos mis antepasados en mis familias de sangre y espiritual que canalicen hacia estas personas que nos han hecho sufrir su energía de amor y protección, de manera que sus corazones sean capaces de recibir el néctar de amor y de florecer. Ruego que puedan ser transformados, de manera que puedan experimentar la alegría de vivir, para que no sigan causándose sufrimiento y haciendo sufrir a los demás. Veo su sufrimiento y no deseo mantener ningún sentimiento de odio o enojo en mí hacia ellos. No deseo que sufran. Canalizo mi energía de amor y comprensión hacia él, ella o ellos y le pido a mis antepasados que les ayuden ayuden.
(Campana)
(Respirar profundamente 3 veces)
(Ponerse de pie)

5. (opcional) En agradecimiento y compasión, hago una reverencia a mis viejas raíces espirituales.

(Campana)
(Postrarse)

Me veo como un niño, en la iglesia o la sinagoga, listo para el sermón o la ceremonia -Yom Kippur, La Santa Comunión ... Veo al cura, al pastor, ministro, rabino y a la gente de la congregación. Recuerdo qué difícil fue estar allí y hacer cosas que no entendía o quería hacer. Sé que la comunicación era difícil y que no recibí y que no recibí mucha alegría y nutrición de esas ceremonias. Me sentía ansioso e impaciente. Debido a la falta de comunicación y entendimiento entre mi familia espiritual y mí, dejé a mi rabino, mi pastor, mi sinagoga, mi iglesia. Perdí el contacto con mis antepasados espirituales y quedé desconectado de ellos. Ahora sé que hay joyas en mi tradición espiritual, y que la vida espiritual de mi tradición ha tenido una contribución importante a la estabilidad, alegría y paz de mis antepasados de muchas generaciones. Sé que aquellos que practican mi tradición espiritual no tuvieron éxito en transmitírmela, en transferirla a nosotros. Quiero regresar con ellos para redescubrir los grandes valores espirituales que hay en mi tradición, para mi propia nutrición y la de mis hijos y sus hijos. Quiero conectarme otra vez con mis antepasados espirituales y lograr que su energía espiritual fluya otra vez libremente en mí. Veo a Moisés, a Jesús y a muchos otros como mis antepasados espirituales. Veo a maestros de muchas generaciones en estas tradiciones como mis antepasados espirituales y en este momento hago una reverencia a todos ellos.
(Campana)
(Respirar profundamente 3 veces)
(Ponerse de pie)


Una hermosísima y poderosa ceremonia de postraciones. Traducido originalmente del trabajo de Thich Nhat Hanh por el Grupo Ensenada. Modificado por Idiel . Modificado por Cristian.

Credito de las fotos:
http://www.devocionesypromesas.com.ar/images/JesusMisericordioso2.jpg
http://es.geocities.com/reikienvalencia/Kuan_Yin1.jpg
http://www.creceroperecer.com/wp-content/uploads/2007/02/buda-iluminado.bmp
http://www.discriminacion.org/imagenes/mapuches.gif
http://www.biblioteca.ucsc.cl/juanpabloII/visitas/images/jpii-perdon_jpg.jpg
http://www.selectchile.com/data/images/foto-chiloe-palena-2.jpg

El Buscador. Jorge Bucay

El Buscador


Jorge Bucay


Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador. Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco es alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día nuestro Buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó Kammir a lo lejos, pero un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. Estaba rodeaba por completo por una especie de valla pequeña de madera lustrada, y una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.

El Buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como por azar entre los árboles. Dejó que sus ojos, que eran los de un buscador, pasearan por el lugar... y quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción. “Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días”. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, y sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar…

Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Al acercarse a leerla, descifró: “Lamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas”. El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, ningún familiar – dijo el buscador - Pero... ¿qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano cuidador sonrió y dijo:

"Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré... Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de entonces, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana, dos? ¿tres semanas y media? Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?

¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? ¿y el casamiento de los amigos? ¿y el viaje más deseado? ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones? ¿horas? ¿días?…

Así vamos anotando en la libreta cada momento, cada gozo, cada sentimiento pleno e intenso... y cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ése es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido."

Credito de la foto:
http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/
20051206/imag/FOTO120051206200820.jpg

Oda al aire. Pablo Neruda


Oda al aire.


Andando en un camino
encontré al aire,
lo salude y le dije
con respeto:
"Me alegro
de que por una vez
dejes tu transparencia,
así hablaremos".
El incansable,
bailó, movió las hojas,
sacudió con su risa
el polvo de mis suelas,
y levantando toda
su azul arboladura,
su esqueleto de vidrio,
sus párpados de brisa,
inmovil como un mástil
se mantuvo escuchandome,
Yo le besé su capa
de rey del cielo,
me envolví en su bandera
de seda celestial y le dije:
"monarca o camarada,
hilo, corola o ave,
no sé quien eres, pero
una cosa te pido,
no te vendas".
El agua se vendió

y de las cañerías

en el desierto

he visto

terminarse las gotas

y el mundo pobre, el pueblo

caminar con su sed

tambaleándose en la arena.

Vi la luz de la noche

racionada,

la gran luz en la casa

de los ricos.

Todo es aurora en los

nuevos jardines suspendidos,

todo es oscuridad

en la terrible

sombra del callejón.

De allí la noche,

madre madrastra,

sale

con un puñal en medio

de sus ojos de búho,

y un grito, un crimen,

se levantan y apagan

tragados por la sombra.

No, aire,

no te vendas,

que no te canalicen,

que no te entuben,

que no te encajen

ni te compriman,

que no te hagan tabletas,

que no te metan en una botella,

cuidado!

llámame,

cuando me necesites,

yo soy el poeta hijo

de pobres, padre, tío,

primo, hermano carnal

y concuñado

de los pobres, de todos,

de mi patria y las otras,

de los pobres que viven junto al río

y de los que en la altura

de la vertical

pican piedra,

clavan tablas,
cosen ropa,
cortan leña,

muelen tierra,

y por eso

yo quiero que respiren,

tú eres lo único que tienen,

por eso eres

transparente,

para que vean

lo que vendrá mañana,

por eso existes,

aire,

déjate respirar,
no te encadenes,

no te fíes de nadie,

que venga en automóvil

a examinarte,

déjalos,

ríete de ellos,

vuélales el sombrero,

no aceptes

sus proposiciones,

vamos juntos

bailando por el mundo,

derribando las flores

del manzano,

entrando en las ventanas,

silbando juntos,

silbando

melodías

de ayer y de mañana,

ya vendrá un día

en que libertaremos

la luz y el agua,

la tierra, el hombre,

y todo para todos

será, como tú eres.

Por eso, ahora,

cuidado!

y ven conmigo,

nos queda mucho

que bailar y cantar,

vamos

a lo largo del mar,

a lo alto de los montes,

vamos,

donde esté floreciendo

la nueva primavera

y en un golpe de viento

y canto

repartamos las flores,

el aroma, los frutos,

el aire

el mañana.


Pablo Neruda

Credito de la foto:
http://www.odisea.ucv.cl/download/recopilacion%20imagenes/Historia%20%20de%20Chile/
Chile%20a%20mediados%20de%20sigloXX/Pablo%20Neruda.jpg

25 junio, 2007

Sentado en quietud



Sentado en quietud,

no haciendo nada,

llega la primavera
y la hierba crece por si misma.

Dicho zen

24 junio, 2007

De Tripas, Corazón, Luis Eduardo Aute


De Tripas, Corazón
Luis Eduardo Aute

Se acercan, mujer,
tiempos de maleza
que ya no hay cerezas
en esta habitación
Cortemos, mujer,
vientos y mareas
que un barco en la brea
navega sin timón...
Gritemos, mujer,
hasta que el quebranto
resucite el canto
de la tripulación...
Corren tiempos
de VIVIR AL PAREDON
y habrá que hacer, mujer,
de tripas, corazón.
Traguemos, mujer,
sapos y culebras
que la luz celebra
su histórico apagón...
Pongamos, mujer,
el dedo en la llaga
antes de que lo haga
el Gran Camaleón...
Toquemos, mujer
fondo en la basura
que por las alturas
la nieve es de carbón
Corren tiempos
de VIVIR Al PAREDON
y habrá que hacer, mujer,
de tripas, corazón.
Huyamos, mujer,
de la propia huida
que ya no hay salida
en este callejón
Saquemos, mujer,
fuerzas de flaqueza,
balas de belleza
de la imaginación...
Soñemos, mujer,
para estar despiertos
entre tantos muertos
dispuestos a la acción...
Corren tiempos
de VIVIR AL PAREDÓN
y habrá que hacer, mujer,
de tripas, corazón.

Credito de la foto:
http://rincondelpoeta.webcindario.com/indexaute/aute2.jpg

22 junio, 2007

El pato Donald y el budismo zen. Alejandro Jodorowsky

El pato Donald y el budismo zen.


Alejandro Jodorowsky
A veces, leyendo distraídamente un libro, somos sorprendidos por unas líneas que nos sumergen en una especie de benéfico terror.
Parece se que sólo podemos comprender lo que ya conocemos... Gurdjieff dijo que las ideas necesitaban tiempo para ser comprendidas. La conciencia las guarda como un estómago de rumiante y poco a poco las va digiriendo hasta que las nuevas concepciones penetran el total del individuo. Pero, también, a veces, nos meten un “gol psicológico”. Algo nuevo irrumpe bruscamente en nuestro ser saltando toda clase de defensas. Y como toda nueva idea asimilada produce necesariamente un cambio, (“Cambio” igual a “muerte”) por inercia, nos aterramos.
Estos últimos días sentí ese terror de comprensión dos veces. La primera, leyendo “Toutankhamon”, de Cristiane Desroches-Noblecourt, (Hachette). La autora, después de dedicar todo un capítulo a desmitificar las leyendas de “venganzas de faraones” que periodistas venales inventaron, termina reconociendo que sólo dos acontecimientos podrían merecer el nombre de “sobrenaturales”. El primero se refiere al apagón que sumió en la oscuridad a todo El Cairo en el mismo instante en que murió Lord Carnavon, el mecenas que protegió al descubridor de la tumba de Tutankamón. Una encuesta llevada a cabo no pudo explicar esta extraña pana de corriente. (La palabra “casualidad” afloró a mi mente. Un hecho fortuito y poéticamente bello, eso es todo, me dije. Pero el segundo hecho me erizó los cabellos). “En Inglaterra, en el momento exacto de la muerte de Lord Carnavon, tomando en cuenta la diferencia de horarios, el perro favorito de éste se puso a aullar sin que nadie pudiera callarlo, hasta que cayó muerto”. Los acontecimientos son reales. Cualquier persona puede verificarlos consultando el libro que mencioné. Si la mente de un perro tiene el poder de viajar de Inglaterra a Egipto y enterarse de la muerte de su amo, ¿qué no podrá el cerebro humano? ¿He empleado bien la palabra “cerebro”?
Responder a mi última pregunta implica relatar cómo sentí el “Terror benéfico” por segunda vez:
Estos últimos días mis lecturas se han concentrado en el libro “Woumen-kouan” (48 koans clásicos del Budismo Zen) y en una selección del Pato Donald. La historieta del “Pato Bombero” corresponde exactamente al mensaje de los koans 42 y 44.
Comencemos por el Pato Donald. He aquí el resumen del cuento: el jefe de los bomberos invita al Pato Donald a formar parte del cuerpo de voluntarios. Se lo cuenta a sus sobrinitos. Estos también quieren participar, pero su tío, considerándolos unos bobos, los obliga a quedarse en casa. Le dan un equipo con la condición de que al escuchar la alarma salga inmediatamente con él hacia el incendio. Si llega puntualmente recibirá una medalla de cobre. El pato, orgullosamente, vacía un cofre diciendo que le servirá para guardar las medallas que va a ganar. Esa noche suena la bocina pero el pato no se despierta. Sus sobrinos lo sacan del sueño. El pato se lanza hacia el incendio olvidando el casco, luego el hacha, luego los pantalones. Cuando logra equiparse ya es tarde. La casa que quería apagar es un montón de escombros y los bomberos ya se han marchado. Al día siguiente lo llama el jefe y le da un puesto menos importante. Le han quitado el hacha y en su lugar le encargan un pequeño extintor. En la noche vuelve a sonar la alarma y el Pato vuelve a quedarse dormido. Lo despiertan sus sobrinos. Esta vez se viste con mucho cuidado pero en su apresuramiento, en lugar de tomar el extintor, agarra una bomba de insecticida. Al tratar de apagar el fuego hace que éste se extienda más. Al otro día el jefe lo rebaja aún de categoría. Ahora apagará el fuego con un costal. Sus sobrinos para ayudarlo deciden organizar en la calle un pequeño incendio para que el tío no se sienta tan deprimido y trabaje. El Pato, mientras tanto, encuentra un paquete de cohetes y los guarda en un bolsillo por estimarlos peligrosos. “Tío, ¡hay un incendio en la calle, debes tomar tu costal y salvar la ciudad!”. El Pato apaga la pequeña fogata pero se le incendia la chaqueta. Corre a su casa. Estallan los cohetes. El salón comienza a incendiarse. Los niños traen una manguera y apagan el fuego. Llega el Jefe de Bomberos y los admite en la compañía. Esa noche al sonar la alarma, los niños se despiertan y gritando “¡Hay que ir deprisa!¡Ningún obstáculo nos detendrá!” parten hacia el incendio en un modernísimo carro equipado con todos los adelantos, mientras de pie, en la calle, con su miserable costal en la mano, el Pato Donald los ve alejarse, murmurando “¡Tienen mucha suerte!”.
En esta fábula se presentan muchos temas, desde el héroe que se duerme, hasta la lucha contra el fuego prometeico, pasando por la eliminación de objetos como camino de llegar al Yo original. Quisiera citar la epopeya de Gilgamesh. En la tableta once un inmortal, para probarle Gilgamesh su propia debilidad, le recomienda que trate de no dormir durante seis días y siete noches. Gilgamesh cierra levemente los ojos y se duerme. El Inmortal dice a su mujer: “Mira a este hombre que quiere vivir eternamente y que no es capaz ni siquiera de liberarse del sueño. Cuando se despierte, va a negar que se ha dormido porque todos los hombres son mentirosos. Tú le proporcionarás la prueba de lo contrario. Cada día fabrica un pan y ponlo al lado suyo”. Al séptimo día, el Inmortal despierta a Gilgamesh. Este dice furioso: “¡Cómo, apenas entrecierro los ojos un momento y ya me empujas para despertarme!”. Pero cuando le muestran los panes, el primero más podrido que los recién fabricados, Gilgamesh se da cuenta que ha dormido seis días y siete noches...
Este mentirse a sí mismo lo describe magistralmente Dostoyewski en “Crimen y Castigo”. Un preso condenado a muerte, quiere dormir toda su última noche. Se despierta un minuto. En ese minuto se despierta también un perro que ladra un minuto. Ambos se duermen. Horas más tarde pasa lo mismo: El preso se despierta un minuto al mismo tiempo que el perro ladra un minuto. Al amanecer sucede lo mismo por tercera vez. El preso se despierta en la mañana diciendo que no pudo dormir porque toda la noche ladró un perro.
A juzgar por los textos mesopotámicos, la más antigua preocupación de los hombres es “despertar totalmente”. Todas las doctrinas esotéricas subrayan esta “maña” del hombre que le hace unir sus pequeños estados de conciencia, como el prisionero de Dostoyewski, y olvidar que entre ellos hay grandes lagunas de sueño. La totalidad del Budismo Zen está basada en este despertar o iluminación llamada “Satori”. “No hay Zen sin Satori que es el alfa y el omega del Budismo Zen. El Zen desprovisto de Satori es como un sol sin luz ni calor... El satori puede ser definido como una mirada intuitiva en la naturaleza de las cosas en contraste con la comprensión lógica o analítica. Prácticamente significa el descubrimiento de un mundo nuevo, desapercibido hasta ahora a causa de la confusión de un espíritu formado en el dualismo. Al alcanzar el satori, todo lo que nos rodea es visto bajo un ángulo de percepción hasta ahora desconocido. Para los que obtienen el satori, el mundo cambia.... (“Essais sur le bouddhisme zen” D. T. Suzuki, Editions Albin Michel).
Pasemos al Koan 44: “El bastón de Pa-Tsiao”. El maestro Pa-Tsiao dice a los monjes en su sermón: “Si tenéis un bastón, os doy el bastón. Si no tenéis bastón, os quito el bastón”. Estas mismas frases se encuentran casi idénticas en el Nuevo Testamento. “Porque se le dará a aquel que tiene y tendrá abundancia; pero a aquel que no tiene se le quitará incluso lo que tiene”. (San Mateo, 13, 12; 25, 29). “Cuidado con la manera con que escucháis, porque a aquel que tiene se le dará y a aquel que no tiene incluso lo que crea tener le será arrebatado”. (San Lucas, 8, 18; 19, 26).
Analicemos estas frases a la luz del Pato Donald. Nuestro personaje recibe un “llamado” pidiéndole que apague el fuego. Se le da un bastón sagrado en forma de un hacha. (Todos los maestros budistas zen usan en sus sermones este bastón que tiene su raiz en el Tao. El Taoísmo elige este símbolo extrayéndolo del reloj de sol. Se enterraba una varilla en la tierra y siguiendo el cambio de la sombra se podía ver la hora, el cambio de día en noche, de verano en invierno. El bastón estaba en medio de la luz y la sombra ya a través de su presencia las dos poderosas fuerzas del Universo, Yin y Yang se manifestaban. El bastón entonces venía a significar el Yo original. Un bastón que por más que se alargue nunca llega a la sobre abundancia; por más que se ale acorte nunca se agota. Como dice Nicolás de Cues, el “Máximo absoluto y el Mínimo absoluto coinciden”...). Al recibir el llamado místico, el Pato Donald peca por orgullo. Rompe la ley: “Piensa en la obra y no en fruto” (Bagavadghitta). Se pavonea con los frutos que va a obtener: un puesto de gran responsabilidad del que su yo narcisístico sacara caricias y una medalla de bronce. (Si fuera un verdadero valor, la medalla sería de oro). Piensa además guardar estos premios en un baúl, símbolo de su ego cerrado. La idea del premio ha aterrado a todos los santos. Siempre piden que se les dé el infierno por miedo a amar a Cristo sólo por deseo de obtener el paraíso y no por Él mismo.
Los sobrinos que encarnan la lucha generacional, - son los nuevos ejemplares de hombres, jóvenes, asociados en grupo- (“mejores son dos que uno, porque si uno cayere ¿quién lo levantara?” “Un haz de varillas no presto se rompe” Eclesiastés)- representan al moderno pensamiento colectivo, a la gestalt, a la realización social antes que individual. Ellos son tres y a la vez uno. Hablan una frase dividiéndose las palabras. Así: A.-“Suena la alarma... B.- ... y el tío debe... C.- estar dormido”. Estos sobrinos relegados por el pensamiento ególatra son los que despiertan al sonar de la alarma.
Son los que se preocupan de apagar el fuego anónimamente, son los que piensan en la obra y, por último, son los que tratan de ayudar al Otro. Ellos “tienen” y por eso se les da el mejor carro de bomberos. El pato Donald “no tiene”. Por eso mismo se le va quitando. Al final ni siquiera puede apagar el fuego que hay en él mismo. Este fuego interior pide agua, ¿qué significa esto?
Tellarhd de Chardin nos da la respuesta: “El fuego, este principio del ser... Al comienzo había el Verbo... no había el frío ni las tinieblas; había el Fuego... y por la virtud de su inmersión en el seno del Mundo, las grandes aguas de la materia, sin un temblor, se cargaron de vida. Nada tembló, en apariencia, bajo la inefable transformación. Y sin embargo, misteriosa y realmente, al contacto de la sustancial Palabra, el Universo, inmensa Hostia, se hizo Carne. Toda materia está desde ahora encarnada, Dios mío, por tu encarnación”.
El llamado de la Palabra-Fuego Divino necesita del Pato Donald para que este la riegue el agua de su materia. El Pato, al dormirse, no deja que se provoque la comunión y al no apagar el fuego, la divinidad no puede encarnarse en él.
Pasemos al Koan 42. “La mujer sale de su concentración”. Una mujer cae en concentración junto a Buda. Otros santos se quejan porque ella merece este honor de estar junto al Buda. Ese les dice que la saquen de su meditación. Ninguno puede. Llama al buda a “Ignorancia”. Este se acerca a la mujer, hace su sonar sus dedos y ella se despierta inmediatamente.
El contenido es muy claro: ni la ciencia no la discusión ni la investigación pueden dar el Satori. Sólo la Ignorancia, sin forma, lo encuentra. Houang-Po dice en su “Esencia de la ley que se transmite por el espíritu”: “Incluso si todas las divinidades pasan sobre las arenas del Ganges, estas no son felices. Incluso si todos los corderos, insectos y hormigas pasan hollándolas con sus pies, las arenas no se encolerizan. Las arenas no desean ni envidian tesoros maravillosos y perfumes refinados. Las arenas tampoco odian las carroñas ni las basuras malolientes. Este espíritu es el espíritu sin conciencia”.
El Pato Donald, moderno Prometeo, recibe el llamado para que apague su pequeña hoguera mental, producto de unos cuantos cohetes, y se sumerja en el gran fuego-inconsciente-universal. Es evidente que la anormalidad del exceso de pensamiento dualístico, hace sufrir al hombre. He aquí por qué el Pato chilla cuando se le comienza a quemar la casa. Necesita el satori, pero le teme. Deja la oportunidad y tristemente, aferrado a su costal filosófico, ve alejarse a las nuevas generaciones diciendo para consolarse: “¡Tienen mucha suerte”. Creyendo que ellos no obtuvieron por un trabajo interior constante que respondía a todas las llamadas, sino que sin trabajar les dieron.
¡Pobre Pato Donald! Todo se le irá quitando, porque, aferrado a sus concepciones mentales anquilosadas, espera que le den, sin trabajar por lograrlo.
¿Y cómo lograr? El camino para el Pato Donald está trazado en el cuento: debe dedicarse a limpiar su baúl, arrojando de él todas las medallas de cobre.
Alejandro Jodorowsky recibe la Orden al Merito Pablo Neruda


Creditos fotos:
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Una Conversación con Claudio Naranjo



Una Conversación con Claudio Naranjo

Entrevista a Claudio Naranjo por Laura Martínez, Ramón Ballester y Arjuna Peragón.
Publicada en Conciencia Sin Fronteras
, en dos entregas, números 1 de Invierno 97-98 y 2 de Primavera 98.

CLAUDIO: Me piden que hable de la transformación no sólo como se la entiende en psicoterapia, que es sanar de cosas que molestan, que duelen; sino en la implicación espiritual, que es el pasar de un estado común y corriente, digamos del estado en el que la mayor parte de la gente se encuentra, a una condición de conciencia más amplia, más extendida.

Me parece interesante el planteamiento porque creo que hay círculos a los cuales la terapia todavía no llega, como una cosa muy interesante. Y debe haber círculos, me imagino, en los que está un poco desprestigiada.

Hablar del camino, de la transformación, de la elevación de la persona a otra condición, es algo en lo que uno no puede dejar de interesarse. Porque se puede decir que nacemos con un anhelo espiritual, con un anhelo de transformación que alguna gente siente como un llamado a sanar. Hay personas que sienten como un apretón del dolor. Eso son cosas que suceden típicamente a los chamanes, que son los primeros maestros espirituales del mundo. Ellos no son llamados por una voz sublime que les dice «ven hacia acá que te daré sabiduría». La vocación chamánica es un no poder aguantarse más de lo que, visto con nuestros ojos, sería enfermedad. Son enfermos que se reconocen como tales y por eso pasan a otra condición.

Desconfío un poco de formas de espiritualidad que se plantean como ajenas a la psicoterapia, porque hay una tentación de decir «a mí me interesa el espíritu, pero no me interesan esas cosas que le pasaron a uno de niño, no me interesan las vicisitudes de la vida familiar». Hay un peligro en la espiritualidad que no toca el dolor, que quiere solamente lo bueno. En cambio es tal vez menor el peligro para la persona que se mete en el dolor, porque si se abre la vieja herida y realmente se sana de eso, se queda en una condición más receptiva a otras cosas que llegan después, cuando uno ya tiene energía psicológica liberada para "cosas", digamos, superiores.

Es cierto que la terapia, como todas las cosas, entra en un mundo humano en el que hay gente que lo hace bien y gente que no lo hace tan bien. Hay personas que tienen la vocación o la necesidad, o que han atravesado por el proceso interno que les permite, a través del conocimiento de sí mismos, entender verdaderamente al otro.

La psicoterapia de hoy pasa por escuelas, pasa por un sistema académico, no pasa lo suficiente por este proceso interno; como en los mitos en que el héroe es partido en pedacitos y se lo echa en la olla a cocer antes de que salga renovado y renacido. Hay gente que no se mete suficientemente como para entender las cosas desde su vida, sino que aprende técnicas, aprende teorías. Y una persona que no lo ha hecho como los viejos chamanes, que no se ha metido personalmente, que no ha partido siendo un buscador, (añadiendo un interés personal al interés profesional), no puede ofrecer lo mismo. Y eso es lo que forma las escuelas hoy en día. Yo creo que hay un público ahí un poco traicionado. Un público que va al psicólogo, o padres que mandan al niño al psicólogo, y terminan diciendo «mejor no meterse con esta gente».

ARJUNA: Sí, pero tal como dices, están los dos peligros. Porque las personas que se han puesto dentro del mundo espiritual a enseñar, los maestros, que no han pasado por el dolor o no han pasado por ese proceso terapéutico, han tenido alguna experiencia cumbre que les ha confundido creyendo que ya estaban preparados para la enseñanza, y realmente ha sido como tú decías en la charla del otro día: El ego ha cogido la gloria.

CLAUDIO: Eso es otro fenómeno. Están los que no se han metido, los que han aprendido solamente de los libros, y están los que han tenido una experiencia, pero actúan desde la grandiosidad o desde el entusiasmo juvenil. Y eso ya es más. Aunque sea una situación de aprendiz de brujo que se queda demasiado grande, no deja de hacer su bien, porque a veces el entusiasmo egóico de un aprendiz se transmite y sirve al otro. Seguramente esto ha contribuido un poco a la imagen discutible de la psicología humanista hoy en día, en el entorno del movimiento californiano. ¡Tantos que se las han dado de maestros cuando estaban a medio cocer!

Bueno, con este preludio bien se puede decir del camino... yo siempre digo que para subir al cielo se necesita una escalera larga y una cortita. Que la escalera larga es arreglar las cosas de esta vida, que arreglar las cosas de esta vida es vivir mejor, llegar a ser mejor persona. Lo que en las escuelas espirituales antiguas se llamaba llegar a ser más virtuoso. Eso es lo que hace la terapia. La terapia es como una forma alternativa de lo que antes era la escuela de la virtud. El intento, no de ser una persona más amorosa, porque no se puede amar a la fuerza, sino el intento de desinhibir la conducta destructiva, la manipulación, la mentira... portarse bien.

Ese "portarse bien" no es que sea un método muy poderoso, porque una cosa es portarse bien y otra es ser mejor. El portarse bien es un camino muy lento para llegar a ser mejor. Y toda la cultura cristiana ortodoxa, digamos tradicional, es casi una demostración histórica de que eso no basta, excepto si hay una vocación. Hay gente sincera, que de tanto esfuerzo en portarse bien llega a ser santo. Pero hay otros que se portan bien hipócritamente y no cosechan hacia dentro. El resultado es que no llegan a una transformación a través de ese esfuerzo externo.

La terapia puede ser entendida como una manera de ayudar a este proceso de arreglar las relaciones humanas, yendo más allá de este simple intento de ser mejor persona (que se plantea universalmente desde el yoga y el budismo, a la tradición occidental). El conocimiento de uno mismo es una manera de desenredar lo que hay que desenredar. Y yo creo que el propósito de llegar a poner las cosas en su lugar y llegar a ser mejor persona es una cosa magnífica si está en el contexto de una buena orientación. Es una ayuda para el viaje, si hay un sentido de que hay un viaje, si hay una vocación sentida, con o sin palabras, si la persona es un buscador, lo exprese como lo exprese.

Pero si la psicoterapia es una cosa aislada, simplemente porque la persona viene con algo que le duele, ya sea la cabeza o el alma, y el médico dice «para eso tienes que conocerte», o «vamos, cuéntame qué pasa aquí o allá», el gesto es muy diferente. Así que es bueno que la psicoterapia exista en lo que se pudiera llamar un contexto transpersonal, en un contexto de espiritualidad ilustrada, digamos.
Para eso son buenas cosas tales como los cuentos de sabiduría. Las grandes cosas que no se pueden poner en forma de cuento es muy discutible que valga la pena decirlas. Las grandes verdades se pueden expresar en forma muy modesta, muy sencilla. Estos cuentos de hadas, como los cuentos de Grimm, se sabe hoy, fueron un producto consciente y no un producto folclórico. Sabemos ahora que hubo en Europa una cultura de brujas, que sabían de plantas medicinales y de cuentos. Y que después de que la Inquisición las liquidó, en sus hogueras desapareció esa sabiduría, que era un factor equilibrante de la cultura ortodoxa de su tiempo.

Los cuentos de verdadera substancia se refieren al viaje interior. Los entiende una persona en la medida en que ya está dentro del viaje.

El otro día, en la conferencia, hacía alusión al agua de la vida, por ejemplo. Todos tenemos sed de un agua de la vida que va a sanar a alguien que está enfermo dentro. Como ese viejo rey. No necesariamente ha de ser agua de la vida, a veces lo que se va a buscar son los tres pelos del diablo. Eso es lo que va a hacer la curación. Y da lo mismo cómo se ponga el símbolo, todos son relativos a una búsqueda que antes de finalizar va a llevar a una cierta aventura. Y las etapas de esa aventura, si uno empieza a mirar, contienen generalmente más sabiduría de la que posee normalmente un psicólogo.

En vista que me piden que hable del viaje interior podría hacerlo a través de un cuento sufí, un cuento que se parece mucho al de hadas, pero que existe como parte de una tradición viva. Y el cuento se usa como un equivalente de lo que en el mundo occidental es la teoría. Como una forma figurativa.

Yo estoy convencido de que los cuentos de hadas son cuentos sufíes, que viajaron desde Palestina y Asia Central a través del Mediterráneo al mundo celta, bretón y a otros lugares en los primeros siglos del cristianismo. Ya son pocos los que creen en la teoría de Jung, que decía que son producto del inconsciente colectivo, él pensaba que eran sabiduría popular. Hoy día los mitólogos han comprobado cómo las imágenes se repiten, los motivos se repiten. Y está a la vista que los cuentos del Cáucaso y los cuentos bretones, o los cuentos que circulaban en Inglaterra, están hechos de los mismos pedazos del mosaico y que puede tratarse de una transmisión geográfica.

Lo que, en algunas tierras, se ha llamado mito, que es la base de una práctica religiosa, como el mito de Osiris. Revestido en un principio de sacralidad, ha pasado a la forma más modesta de cuento, menos ligada a un culto pero ligada a una explicación. Y de ahí siguió la popularización, para que algo de eso llegue a la cultura en general.

Hay cuentos sufíes que se parecen mucho a los cuentos de hadas, o viceversa. A mí me gusta mucho el cuento del caballo volador.

Era un rey que tenía dos hijos. Un hijo era ocioso, se llamaba Tambal, que significa algo así como "soñador". Y el otro era un hijo práctico y le gustaban las cosas útiles.
El rey era un verdadero protector de la comunidad, y quería proveer a las gentes de su reino de cosas de utilidad social. Y un día llamó a un concurso para que la gente de más talento del reino produjera cosas. Había un forjador muy famoso que se aisló en su torre. Se oyó que daba golpes y que trabajaba día y noche para este concurso. Al fin aparece con un producto maravilloso, que es un aparato que no sólo se puede deslizar sobre la tierra, sino que puede volar lentamente y también sumergirse en el agua. No se había visto una maravilla tan grande nunca.Todos aplauden felices y felicitan al que presenta este invento, y están seguros de que ha de ser el elegido.

Pero después aparece un carpintero poco conocido y presenta un caballo de madera tallada. «-¿Qué es esto?» dice el rey cuando comparece para presentar su pieza. «-Bueno», contesta el carpintero, «esto parece una cosa muy simple, pero tiene una propiedad especial, y es que este caballo obedece al deseo del que lo monta, y lo lleva allá donde quiere el jinete».«-¡Ah!, dice el cortesano, esto es un juguete, es como una broma frente a ese producto que ha presentado el ingeniero. Se lo podrías dar a tu hijo Tambal, que es un soñador». Y se lo dan.

Y al carpintero no le hacen ningún caso. Incluso hay una versión del cuento en la que, por pretender una cosa tan trivial, cuando se trata de un concurso serio de cosas útiles, lo castigan, lo amarran de un árbol. Algo así como una crucifixión simbólica.
Y triunfa realmente el aparato este de las muchas propiedades. Pero Tambal se monta en el caballo. Se le ha dicho algo de que el caballo puede llevarlo a cumplir el deseo de su propio corazón, y él dice: «-¡Ay!... cuánto me gustaría saber cuál es el deseo de mi corazón». Y el caballo se levanta por el aire y lo lleva a un castillo que está flotando, un castillo giratorio. El rey está ausente en ese castillo, pero está la princesa. Se encuentran Tambal y la princesa y es un amor a primera vista, una cosa maravillosa. Pero el rey, que estaba de visita en otra parte, regresa. Entonces Tambal esconde el caballo detrás de la cortina, se esconde él mismo. Y este amor tan maravilloso queda interrumpido, porque el rey descubre el caballo.

A Tambal no se le ocurre otra cosa que hacer que huir, para volver a la tierra de su padre y conseguir refuerzos de alguna manera. Pasará largo tiempo antes de que pueda casarse con la princesa. Es un símbolo de cómo en la vida espiritual también ocurre que, tras el encuentro con la princesa, hasta que se realice eso del matrimonio, es muy largo el proceso. Aparece el amor, pero después de la luna de miel se lo pierde.

Entonces Tambal tiene que volver para pedir refuerzos a su padre, el rey. Dice: «voy a venir con ejércitos de mi padre, voy a conquistar a la princesa». El padre de la princesa se llama en el cuento el Rey Kahana, una palabra que en árabe significa algo así como profeta, pero profeta de poca categoría. Es como el rey de la etapa de la inflación, un exaltado espiritual. Insiste en que su hija sea casada con el Príncipe del Oeste. Ya está destinada y no quiere ni oír hablar de lo que ella vaya a sentir. Como en todos los cuentos de hadas, la princesa es una cautiva de su propio padre, que tiene otros planes para ella. La princesa Durri Karim, la perla preciosa.

Esta perla preciosa del alma va a tener que esperarse hasta una larga aventura de Tambal, que se dice que recorre desiertos y que ya piensa que ha perdido su causa. Hay momentos en los que cree haber llegado, pero son espejismos. Ocurren toda clase de altibajos y pasa un tiempo muy largo... hasta que llega a un bosquecillo muy agradable en el que hay árboles frutales y se siente agua cristalina. Es como un paraíso. Hay unas frutas muy bonitas. Tambal come de ellas y se queda dormido.
Y cuando despierta se mira en el agua y ve que le han crecido las uñas enormemente. Le ha crecido barba, pelo por todas partes, le han crecido cuernos... ve como una imagen demonizada de sí mismo, es una cosa horrorosa. Aunque llegara a la tierra de su padre, aunque pudiera cumplir con los actos liberatorios, ya no se puede esperar que la princesa lo acepte en esas condiciones. Lo que le parecía un paraíso es realmente un preludio a, digamos, una demonización. El se ve más feo de lo que nunca se ha visto en la vida.
Está desesperado cuando ve a lo lejos a un hombre que se acerca con una lámpara, un peregrino, como un viejo sabio. Y él, que en este momento de la necesidad más grande, de la necesidad más sincera de guía, tiene la posibilidad, le pregunta «Padre, ¡qué debo hacer?». Y el otro le dice «Come de las frutas secas, no de los frutos maduros. Y luego sigue tu destino».

Y así lo hace, come de las frutas secas. Poco a poco se le va pasando esta condición de demonizado. Él se pregunta «¡qué es eso de seguir mi destino?», cuando oye un repiqueo y ve llegar una caravana. Es el Príncipe del Oeste, que viene a buscar a la princesa para casarse con ella. Y muy arrogante le dice: «!Oye! ¿Tú eres el dueño de esta fruta? !Yo quiero comer de esta fruta! !Dame!». Y se come unas cuantas de esas frutas tan atractivas. Le pasa lo mismo, se vuelve un demonio. El no se puede presentar a la princesa de esa manera, así que le dice a Tambal: «!Oye, te vamos a poner a tí mientras tanto!».

Así que esconden al Príncipe del Oeste que se ha puesto demoníaco y cuando Tambal, siguiendo su destino, llega hasta donde está la princesa, se casan. Ella sólo pone una condición, que le den el caballo de madera. Y el padre entrega a la princesa con este juguete del cual se ha encaprichado. El padre sabe que eso tiene que ver con un amante secreto, pero en ese momento ya no importa. Y cuando el verdadero Príncipe del Oeste va a echar las cuentas con este Tambal por el cual se siente envenenado, (intenta darle una cuchillada), pero el otro parte con la princesa, se eleva por los aires en el caballo de madera.

Es un cuento que refleja exactamente las etapas del viaje. Primero, una actitud de la mente disponible como a soñar, como a preguntarse cuál es su verdadero deseo en lugar de estar tan atrapada en lo mundano, en las cosas que sirven... Luego es el caballo mágico, el encuentro con la princesa, el encuentro con la esencia y el encuentro con el centro de sí mismo. El amor, el conocer.... y luego la pérdida de eso. La tribulación, que es la noche oscura, o como quiera que se la llame. Y luego un período de, en el fondo, encontrarse con la sombra. Tras lo cual empiezan a cambiar los roles, como si lo feo, lo malo, lo podrido que aún lleva uno dentro empezara a supurar. Lo interno se empieza a hacer externo, se empieza a hacer visible. Pero al mismo tiempo al hacerse visible se va haciendo menos, se va produciendo la purificación. Luego todo acontece por sí mismo, de ahí en adelante no hay trabajo. Hay que aguantar, seguir el destino no más. Y al final el reencuentro con la princesa, el reencuentro con el alma después de haberla perdido... la ascensión.

ARJUNA: Y en estas etapas, la gracia divina, algo que no depende de uno, ¿qué lugar ocupa? ¿En qué momento se da?

CLAUDIO: La gracia divina y humana, la energía espiritual, está siempre ahí.

MON: Lo nombraste ayer como el camino espiritual. Hay un camino espiritual dentro del mundo terapéutico en el que nos movemos. Tropezamos con el dolor, lo soltamos o no... pero en el caso de Schubert precisamente hablaste de la vida como escuela, como que la esencia tiene una manera de llamar. Tú lo llamabas el lenguaje del espíritu, como que la vida misma tiene un llamado, o tiene varias llamadas. Continuamente la esencia va llamando de distintas maneras y continuamente nos volvemos a dormir.

CLAUDIO: Yo creo que cuanto más conscientes nos ponemos más despertamos a sentir la vida como campo de trabajo y de pruebas. Como que llega un momento en que uno ve que no hay nada por acaso. Y que a uno le llegan exactamente las experiencias que necesita. A veces incluso las pruebas que uno no pasa son pruebas que a uno lo transforman un poco y que lo dejan por lo menos con más conciencia de lo que tiene que hacer o de lo que le falta. Ni siquiera las pruebas en las que uno fracasa son pérdidas completas. Como si la vida estuviera orquestada. Y a eso tal vez llamémosle Providencia más que Gracia, pero es expresión de una ayuda que está viniendo siempre, sólo que a veces estamos muy ciegos o muy incapaces de recibirla. Otras veces sí que ponemos más atención.

MON: Como si hubiese un proceso de sensibilización.

CLAUDIO: Hay mucha gente que se pone sabia tan sólo con el cumplir años. Hay viejos para quienes la vejez misma es el equivalente de lo que sería el caso del yogui que se retira al bosque en la India clásica, después de cumplir con su familia... A veces en la vejez la gente pierde una parte del cerebro que tiene que ver con el mundo y ya no funciona tan bien, ya no están los mismos intereses. Pero entonces la vida se hace como un Sabat en el sentido original del día de Dios, no el día del mundo. El día que no es para hacer cosas, no es para engrandecerse, no es para competir, sino para estar con lo más profundo. Hay viejos que cuando les toca la crisis de la vejez, tal vez porque han hecho una vida suficientemente buena, es como un yoga intensivo en que aparece el desapego sin que se hubieran propuesto desapegarse antes. Y al que le llega la crisis y no la pasa es como un viejo loco que da mucho malestar a los que le rodean, se exalta el ego. No es raro que la vejez ponga claramente a la gente más sabia.
Hay gente a la que, simplemente ante la pérdida de un ser querido, o ante la vejez, les basta sin maestro, sin terapia. Así que la terapia sería una ayuda para que pueda aprovechar bien las ocasiones de la vida.

ARJUNA: Sí, yo iba a comentar algo acerca de la muerte. Que el hecho de tenerla más cerca te desidentifica de este apego o esta ilusión, o este deseo que a veces tenemos con la vida.

CLAUDIO: La certeza de la muerte física promueve la muerte del ego. No es que se pueda morir tan fácil el ego. Es el ejemplo de una persona que ya no se enoja, o que no se pone pretenciosa porque, ahora que se va a morir, siente vivamente que ello es efímero.
En algunas personas el estar al borde mismo de la muerte produce un grado de separación del ego. Hay muchas de estas experiencias que llaman los americanos Near Death Experiences. Experiencias de muerte inminente, muerte próxima. Es gente que sale del quirófano, o sale de debajo de un auto, en alguna situación de inminencia de la muerte y tocado por un... es como el encuentro con la princesa: haberse encontrado con una luz al otro lado de un túnel, haberse encontrado con un guía espiritual, haberse encontrado con un estado de ser diferente. Y la vida es diferente después de eso. No es que no haya ego, es como el viaje al castillo flotante. Ese castillo no está en este mundo, sino en otro, no está conectado. Debe hacerse una integración después. Tiene que hacerse un trabajo para que la vida se haga compatible con eso. Aunque está la semilla de la destrucción del ego que viene de la muerte, esa semilla tiene que hacerse una muerte efectiva. Y eso es un camino largo, muchos años de desierto. Un ir limándose poco a poco.

MON: Queríamos preguntarte sobre la terapia integrativa, sobre cómo ves tú el eclecticismo espiritual y terapéutico.

CLAUDIO: Históricamente lo que sucedió es que hace algunas décadas se rompió el imperio monolítico del Psicoanálisis en psicoterapia, surgieron muchas alternativas, surgió la escuela de Rogers, surgió la Gestalt, surgió la Danzaterapia, surgieron muchas maneras de hacer. Y luego el público consumidor, en lugar de beber en una sola fuente como había hecho antes, se empezó a alimentar de muchas fuentes. Llegó esto a ocurrir entre profesionales mismos, gente que entonces estaba en formación. Psicólogos, psicoterapeutas, personas que ayudaban a otros, empezaron a ver un poco de Bioenergética, un poco del Proceso de Cuadrinidad, estas cosas. Y algunas personas primero hablaban un poco con sorna, con crítica: -"Que esto no es serio, que es un poquito de esto un poquito de aquello..." Yo siempre tuve fe en la validez de seguir el propio olfato en la exploración de las múltiples propuestas en que justamente sería interesante que algunas personas bebieran en distintas fuentes para que pudieran hacer una integración.

Necesariamente hay métodos que pueden funcionar por sí mismos, pero personas que están educándose seriamente en caminos abiertos por gente como Perls, o por Rogers o por otros, incluso en las corrientes espirituales tradicionales, podrían constituir una generación con un nivel de sabiduría y presencia mayor, que en la etapa primaveral de la psicología humanista.
Tuve mi sueño hace más de 30 años de fundar una Escuela Integrativa sin haber sentido antes que había hecho una gran integración. Un poco como para tener yo mismo la ocasión de ir más adelante, en los años sesenta, cuando volví de Esalen a Chile. Vino alguien a terapia que trabajaba en una comisión del Senado, y me dieron incluso fondos del Senado. Se fundó en Chile un Centro para el Desarrollo Humano... Total, después emigré y no lo llevé a término, dejé en manos de otros algo que no prosperó. Fue un sueño. Por ejemplo, invité a Charles Brooks, el colaborador de Charlotte Selver, la que introdujo lo que ha circulado como Sensorial Awareness, el primer trabajo de conciencia corporal en los Estados Unidos... Yo mismo llevé la Gestalt hacia el año 65. La combinaba con meditación y con otros elementos que estaban a mi alcance. Y todo eso fue un sueño que no llegó muy lejos en esa época. Pasó a realizarse de una forma diferente cuando después de la experiencia de Arica me sentí en un momento de la vida en que tenía más que transmitir.

Y lo que ofrecí fue una síntesis implícita personal. El primer SAT, que fue en los Estados Unidos en el año 71, consistió originalmente en algunos elementos de lo que había aprendido con Ichazo, con alguna dosis de meditación budista y con algo de mi experiencia como terapeuta. Esas tres cosas constituyeron el núcleo, que fue desarrollándose poco a poco y, cuando tomó la forma del SAT actual, había en mí dos nociones simultáneas. Por una parte ello estaba sirviendo especialmente a la comunidad de gestaltistas de allá, era como un elemento para su formación. Lo que los gestaltistas debían tener como experiencia para hacer realmente un recorrido profundo en sí mismos y para tener a mano las cosas que están al lado de la Gestalt, que son por así decirlo vecinas de la Gestalt interiormente, experiencialmente.

Cae de Perogrullo que son terrenos vecinos el "aquí y ahora" gestáltico con el de la meditación, y terrenos vecinos el de la Gestalt con el de la comprensión analítica, en un sentido amplio. Y también considero análisis el trabajo originado por Bob Hoffman, que constituye una forma sistemática de la vuelta a la infancia para entender qué paso con lo que los psicoanalistas llaman, creo que anacrónicamente, "edípico". Que es simplemente lo que pasa con el amor y con el odio en el contexto del triángulo original. E incorporé trabajos de asociación libre que ustedes ya conocen, ese laboratorio psicoanalítico que se apoya en la observación del pensamiento, pero con puntos de referencia cambiados desde la teoría de la personalidad del Protoanálisis.

Así que eso ha sido un poco en síntesis. Son cosas que cayeron en mi camino y no puedo dejar de sentir que encajaban muy bien, en una estructura muy coherente. Pienso que cada uno tiene la posibilidad de trabajar con los materiales que le rodean y con las cosas que han pasado en su camino y contribuir a la síntesis, a la integración de territorios de creatividad que han surgido independientemente. También hay una psicoterapia integrativa particular, que es esa que ha venido surgiendo sobre todo en los últimos años, en los que no se ha tratado solamente de mi trabajo, sino de un trabajo asistido por colaboradores muy diestros. Creo que hacia eso va el transpersonalismo.
Aunque la psicología transpersonal tiende a ser, hasta ahora, una terapia con poca psicoterapia. Hay un nivel teórico en el que un individuo ha sido exaltado como bandera del movimiento. La persona que han exaltado los transpersonalistas como para decir «aquí hay una gran persona, y podemos considerarnos un Movimiento, porque tenemos un representante genial». No es un terapeuta, no es una persona que trabaja con personas. Me refiero a Ken Wilber. Es un hombre con una mente científica que ha leído mucho, que tiene intereses religiosos, pero no un terapeuta o un místico, como algunos han pretendido yendo demasiado lejos, por interesante que sea su contribución como pensador. El Movimiento Transpersonal ha hecho como un paraguas, ha creado un espacio para legitimar interés en lo espiritual dentro de la profesión, pero no ha presentado una praxis muy entusiasmante. Sólo están las palabras de los teóricos que dicen que el transpersonalismo no debería ser una cosa separada de lo corporal, no debería ser una cosa separada de la psicología dinámica. Es decir, se habla de lo que debería ser la psicología transpersonal práctica, como una psicología integrativa, como una terapia alternativa.

Y pienso que a eso he encaminado mi actividad, echando mano a los ingredientes más fundamentales comenzando por el mundo de la meditación. Las mismas dimensiones de la meditación pueden encontrarse en cualquier cultura pero en esto hay que elegir y he elegido el budismo, porque me parece la religión de la meditación por excelencia. De entre las tradiciones, es la de espectro más amplio, más vital, particularmente desde el aporte tibetano, que está cada vez más a mano con la diáspora de los tibetanos después de la invasión china. Así es que he tenido mucha suerte por poder beber en esa fuente a través de muchos maestros. Pero están al alcance de la mano...

Así que meditación y terapia a través de lo analítico y a través de la Gestalt, que es como decir a través de la invitación a la creatividad individual, al trabajo intuitivo desde la experiencia, desde la visión personal. Y también incorporé una serie de ejercicios psicológicos que he ido generando a partir del Eneagrama. El Eneagrama lo recibí desnudo, sin terapia. Como un mapa. Ichazo ni siquiera hizo las descripciones que hago de caracteres. Fue un mapa, muy simple. Y sus discípulos, hasta el día de hoy, no saben reconocer los caracteres. Eso fue un fenómeno SAT. Fue un regalo para mí verlas tan claro, tan sin esfuerzo, cuando empecé a trabajar con grupos después de mi aprendizaje con Ichazo, de forma que otros también reconocían lo que pasaba. Porque estábamos hablando en serio, no en términos académicos. Estábamos en un proceso de desnudamiento psicológico en el que todos se conocían íntimamente. Así que de ahí nació verdaderamente el Eneagrama tal como circula ahora. Pero incluso los americanos se quedaron atrás, yo diría que han comido de segunda mano las migas que caían de mi mesa. Eso fueron todos los libros que se han escrito del Eneagrama, filtraciones de los SAT de los Estados Unidos de los años 71 y 72. No tienen una dimensión transformadora, por mucho que recurran a esta palabra.

Hay personas que tienen la suficiente honradez o la suficiente salud, y como que les basta con ubicarse en el Eneagrama y son impelidos a un cambio. De vez en cuando, uno se encuentra a alguien, por ejemplo un nueve que, apenas se le señala, ve con claridad que compulsivamente está diciendo que sí a todo el mundo. Ya eso basta para que al año siguiente no sea así, al año siguiente dice "aprendí a no estar ocupándome compulsivamente de los demás, ahora estoy ocupándome de mí". A veces ocurre eso.
Pero pienso que el Eneagrama tal como entró en la cultura americana no es lo mismo que están conociendo ustedes aquí a través del SAT. Este es un trabajo posterior que he desarrollado, de hacer terapia en torno al Eneagrama y de integrarlo todo.

ARJUNA: Porque a la vista de la gran difusión del Eneagrama cabe la sospecha de que, según en qué círculos se utilice, más bien alimenta al ego, en el sentido de etiquetar, o jugar con...

CLAUDIO: "¡Mira qué sabio soy yo que se exactamente a dónde perteneces tú!". Pero eso no sólo lo hacen los eneagramistas, también sucede en Bioenergética y en Rolfing y en otros...

Recuerdo un encuentro con Lowen. Cuando estábamos mucho más verdes ambos, hace treinta años más o menos, hicimos un taller juntos en Nueva York. Yo lo encontré tan "prima donna" que no lo pude soportar. Porque hacía pasear a la gente y decía "¡Ah, mira! , tú tienes una contracción aquí...", y esto y lo otro. Y la gente quedaba muy impresionada ante algo así, como que viera el alma de los pacientes a través del cuerpo. Y el Eneagrama es tanto más asidero para hacer eso.

Es muy cierto lo que dijo Ichazo a un periodista que quiso hacerle una entrevista hará unos diez años. Publicó un artículo en Los Angeles Times, que era una cosa muy leída, y le puso como título "Whatever is lurking behind the Personality Assessment Cult?" Algo así como "quién sabe el mal o el daño que se esconde en este culto del Personality Assesment". Este es un término bastante técnico en psicología, que más o menos se traduce por "evaluación de personalidad". Yo me formé en Estados Unidos, en el Instituto de Personality Assesment de la U. de California antes de conocer el Eneagrama. Y era donde elegían los comandos en la guerra, por ejemplo, cuando se consideró que no servían los tests en forma de cuestionario. Había que ver quién iba a tener el liderazgo, quién iba a tener iniciativa, quién iba a tener las cualidades que se necesitan en una situación de emergencia. Entonces empezaron a poner a prueba a la gente en situaciones como la de pasarse de la copa de un árbol a otra, y a evaluar las iniciativas, el liderazgo y otras cualidades en un test de campo. Ahí fui a parar, y eso se llamaba Personality Assesment. Y el periodista, después de una entrevista con Ichazo, insistía en la mala índole que hay detrás de ese culto a la evaluación de la personalidad.

Es como que el movimiento del Eneagrama en los Estados Unidos se ha convertido realmente en un culto, en tanto que eleva a valor intrínseco algo que no es más que un valor instrumental. El valor verdadero es que alguien pueda conocerse a sí mismo, o que alguien pueda ayudar a otro a una transformación. Y a lo que se rinde culto es a una especie de grandeza de ciertos maestros, de ciertos enseñantes, que se suben a una plataforma especial psíquica. Tal vez esta capacidad de decir alguna cosa nueva sobre el ocho, o de puntualizar algo que han dicho otros. Como una competencia de información sobre el Eneagrama, y de "qué veo yo que no ves tú". Y se ha creado mucha falsa autoridad. Me siento un poco responsable de eso, porque puede ser como una caricatura de mi propio entusiasmo en aquellos tiempos. Cuando lo hice, en mí había algo más. Estaba conectado, digamos, con un espíritu guía. Cuando digo «espíritu guía», no lo digo como algunos mediums que se sienten conectados con una entidad individual. Nunca supe quién me guiaba, pero que estaba guiado no me cabe duda. Me llegaba una gran inspiración. Pero asimismo me sentía muy especial, y la contaminación narcisista se contagia. Y así se hizo una escuela de narcisismo.

Vi esto muy reflejado en un comic de Jodorowsky. No se si ustedes han visto El Incal, una serie de cuatro o cinco volúmenes de cómics. El personaje central, que corresponde al Loco del Tarot, es John Difool, ese personaje que tiene un pájaro. Es un ser ordinario que hace todo el viaje y al final llega al Planeta de los Pájaros, al planeta de los seres más desarrollados. El había ganado una gran competencia por lo que le cupo inseminar a la Gran Madre en una excursión a este planeta. Y cuando después de mucho tiempo vuelve a este lugar tan elevado, se ha transformado en un planeta muy mediocre, porque él puso su semilla allí cuando todavía estaba muy verde. Se encuentra un planeta hecho de caricaturas de sí mismo.

Algo así ha habido. Tuve una herencia dudosa cuando ni quise tener herencia. A veces me llaman padre del movimiento del Eneagrama en los Estados Unidos, y yo digo "padre sí, pero es un hijo ilegítimo". Fue una infiltración, gente que rompió un secreto. Además, lo que presenté en el curso de unos dos años fue sólo un trabajo caracterológico grupal, y luego la gente se ha puesto a adivinar el resto. Así se pusieron ya los jesuitas a especular sobre lo que eran las "ideas divinas", han reformulado las virtudes, se han echado al bolsillo la cosa.

LAURA: Estoy pensando si podrías aportar una visión de futuro: por dónde te parece que va a ir el cambio social.

CLAUDIO: Si uno mira el mundo, a veces parece que no hubiera cambiado nada desde los peores tiempos. El nacionalismo hace los mismos estragos que ha hecho a través de toda la historia, la capacidad de entenderse de las naciones es problemática, y de la justicia de la distribución de la riqueza ¡qué hablar! Los problemas, a pesar de que hemos pasado por décadas de marxismo y por décadas de conciencia contemporánea, no parecen haber cambiado mucho en el mundo. Y uno se pregunta si hay verdaderamente esperanzas, o si no es un sueño romántico que vayamos a tener un mundo mejor alguna vez.

Sobre esto es muy difícil argumentar, sólo puedo compartir un sueño, una visión. A mí me parecería una muy mala inversión haber cultivado este planeta hasta este punto y un absurdo que toda nuestra historia que es como una vida infectada, una vida bastante pobremente vivida, no llegara a florecer, no llegara a liberarse.

Eso me parece ilógico, aunque de acuerdo con una lógica que no es la de la razón sino una lógica poética. Del mismo modo en que el individuo sufre los traumas de su infancia, de su juventud, y llega un momento en el que se libera y en el que todo ese proceso de oscuridad y dolor cobra sentido y se alegra de todo lo que le tocó (y se alegra hasta de los años más oscuros, porque tenía que pasar por eso para llegar a ese glorioso final, a esa conciencia que parecía requerir todo ese alimento) también imagino que en el plano colectivo nos liberaremos de nuestros traumas históricos, y atravesaremos por una transformación. Ya nos vamos liberando poco a poco. Tal vez más en esta generación que en otras generaciones, porque es una generación de muchos buscadores.

Yo creo que estamos en un mundo más consciente, pero que no llega todavía esa conciencia al "quorum", a la magnitud suficiente de la población necesaria para que el cambio incida en lo político. Los que deciden la marcha de las cosas no son los chamanes. Los políticos y los chamanes viven en dos mundos muy separados.

Pero creo que en algún momento la transformación individual va a reflejarse en la transformación global. Se hará presente el peso de lo obvio. Así es como sucede en grupo, cuando hay una mayoría de personas que ve con claridad lo que le está pasando a uno de ellos, por ciego que éste esté. Lo que muchos están viendo en ese caso es "vox populi", no necesita de muchas palabras para transmitirse. Parecería que el peso de la conciencia grupal hace que el otro vea.
Hoy en día, por ejemplo, cuando se ve una película antigua la gente se ríe. Porque hay ciertas cosas en la cultura de hace veinte años que ya son "demodé", se nos hacen divertidas. Y cuando leemos escritores antiguos, intelectuales de hace algunos decenios, vemos los absurdos. No es porque seamos tan intelectuales, sino porque estamos un poquito más despiertos, porque compartimos una manera más moderna de ver.

Uno llega a la terapia desde una posición voraz de «dame, dame, dame, yo quiero para mí». Pero si la terapia o la búsqueda espiritual funcionan, llega uno a ponerse más generoso, y cuando uno se pone más generoso está en posición de dar en el mundo. Uno se interesa más por lo que ocurre en torno y está más sensible. Cuando haya más gente así en el mundo... creo que esa es la gran esperanza, porque en los caminos de la política ya llevamos muchos siglos y se ve que la política de poder y el maquiavelismo no llevan a ninguna parte.

Lo único que puede hacer un mundo diferente es un tipo de persona diferente. Como decían los comunistas de antes, pero nunca lo practicaron. Decían que un mundo nuevo necesita un "hombre nuevo", pero nunca se ocuparon de formar un hombre nuevo. Creo que estamos ahora más interesados en rehacernos a nosotros mismos que en rehacer a los demás. Y, si se quisiera hacer algo por los demás, sigo pensando (como decía en "La Agonía del Patriarcado") que habría que interesar a los gobiernos en que se tomaran verdaderamente en serio la educación, como algo con una finalidad muy diversa a la que se le ha dado, la educación, restituyéndole a su función más importante de ayudar a la gente a ser más gente. E incluyendo en ella especialmente una educación interpersonal, en bien del ser social. Si eso ocurre a nivel de decisiones gubernamentales, se empezaría a acelerar el proceso de cambiar el proceso de cambiar el mundo.

Credito de la foto: http://lamemoria.blogia.com/upload/20061214134238-claudionaranjo-g.jpg