22 junio, 2007

El pato Donald y el budismo zen. Alejandro Jodorowsky

El pato Donald y el budismo zen.


Alejandro Jodorowsky
A veces, leyendo distraídamente un libro, somos sorprendidos por unas líneas que nos sumergen en una especie de benéfico terror.
Parece se que sólo podemos comprender lo que ya conocemos... Gurdjieff dijo que las ideas necesitaban tiempo para ser comprendidas. La conciencia las guarda como un estómago de rumiante y poco a poco las va digiriendo hasta que las nuevas concepciones penetran el total del individuo. Pero, también, a veces, nos meten un “gol psicológico”. Algo nuevo irrumpe bruscamente en nuestro ser saltando toda clase de defensas. Y como toda nueva idea asimilada produce necesariamente un cambio, (“Cambio” igual a “muerte”) por inercia, nos aterramos.
Estos últimos días sentí ese terror de comprensión dos veces. La primera, leyendo “Toutankhamon”, de Cristiane Desroches-Noblecourt, (Hachette). La autora, después de dedicar todo un capítulo a desmitificar las leyendas de “venganzas de faraones” que periodistas venales inventaron, termina reconociendo que sólo dos acontecimientos podrían merecer el nombre de “sobrenaturales”. El primero se refiere al apagón que sumió en la oscuridad a todo El Cairo en el mismo instante en que murió Lord Carnavon, el mecenas que protegió al descubridor de la tumba de Tutankamón. Una encuesta llevada a cabo no pudo explicar esta extraña pana de corriente. (La palabra “casualidad” afloró a mi mente. Un hecho fortuito y poéticamente bello, eso es todo, me dije. Pero el segundo hecho me erizó los cabellos). “En Inglaterra, en el momento exacto de la muerte de Lord Carnavon, tomando en cuenta la diferencia de horarios, el perro favorito de éste se puso a aullar sin que nadie pudiera callarlo, hasta que cayó muerto”. Los acontecimientos son reales. Cualquier persona puede verificarlos consultando el libro que mencioné. Si la mente de un perro tiene el poder de viajar de Inglaterra a Egipto y enterarse de la muerte de su amo, ¿qué no podrá el cerebro humano? ¿He empleado bien la palabra “cerebro”?
Responder a mi última pregunta implica relatar cómo sentí el “Terror benéfico” por segunda vez:
Estos últimos días mis lecturas se han concentrado en el libro “Woumen-kouan” (48 koans clásicos del Budismo Zen) y en una selección del Pato Donald. La historieta del “Pato Bombero” corresponde exactamente al mensaje de los koans 42 y 44.
Comencemos por el Pato Donald. He aquí el resumen del cuento: el jefe de los bomberos invita al Pato Donald a formar parte del cuerpo de voluntarios. Se lo cuenta a sus sobrinitos. Estos también quieren participar, pero su tío, considerándolos unos bobos, los obliga a quedarse en casa. Le dan un equipo con la condición de que al escuchar la alarma salga inmediatamente con él hacia el incendio. Si llega puntualmente recibirá una medalla de cobre. El pato, orgullosamente, vacía un cofre diciendo que le servirá para guardar las medallas que va a ganar. Esa noche suena la bocina pero el pato no se despierta. Sus sobrinos lo sacan del sueño. El pato se lanza hacia el incendio olvidando el casco, luego el hacha, luego los pantalones. Cuando logra equiparse ya es tarde. La casa que quería apagar es un montón de escombros y los bomberos ya se han marchado. Al día siguiente lo llama el jefe y le da un puesto menos importante. Le han quitado el hacha y en su lugar le encargan un pequeño extintor. En la noche vuelve a sonar la alarma y el Pato vuelve a quedarse dormido. Lo despiertan sus sobrinos. Esta vez se viste con mucho cuidado pero en su apresuramiento, en lugar de tomar el extintor, agarra una bomba de insecticida. Al tratar de apagar el fuego hace que éste se extienda más. Al otro día el jefe lo rebaja aún de categoría. Ahora apagará el fuego con un costal. Sus sobrinos para ayudarlo deciden organizar en la calle un pequeño incendio para que el tío no se sienta tan deprimido y trabaje. El Pato, mientras tanto, encuentra un paquete de cohetes y los guarda en un bolsillo por estimarlos peligrosos. “Tío, ¡hay un incendio en la calle, debes tomar tu costal y salvar la ciudad!”. El Pato apaga la pequeña fogata pero se le incendia la chaqueta. Corre a su casa. Estallan los cohetes. El salón comienza a incendiarse. Los niños traen una manguera y apagan el fuego. Llega el Jefe de Bomberos y los admite en la compañía. Esa noche al sonar la alarma, los niños se despiertan y gritando “¡Hay que ir deprisa!¡Ningún obstáculo nos detendrá!” parten hacia el incendio en un modernísimo carro equipado con todos los adelantos, mientras de pie, en la calle, con su miserable costal en la mano, el Pato Donald los ve alejarse, murmurando “¡Tienen mucha suerte!”.
En esta fábula se presentan muchos temas, desde el héroe que se duerme, hasta la lucha contra el fuego prometeico, pasando por la eliminación de objetos como camino de llegar al Yo original. Quisiera citar la epopeya de Gilgamesh. En la tableta once un inmortal, para probarle Gilgamesh su propia debilidad, le recomienda que trate de no dormir durante seis días y siete noches. Gilgamesh cierra levemente los ojos y se duerme. El Inmortal dice a su mujer: “Mira a este hombre que quiere vivir eternamente y que no es capaz ni siquiera de liberarse del sueño. Cuando se despierte, va a negar que se ha dormido porque todos los hombres son mentirosos. Tú le proporcionarás la prueba de lo contrario. Cada día fabrica un pan y ponlo al lado suyo”. Al séptimo día, el Inmortal despierta a Gilgamesh. Este dice furioso: “¡Cómo, apenas entrecierro los ojos un momento y ya me empujas para despertarme!”. Pero cuando le muestran los panes, el primero más podrido que los recién fabricados, Gilgamesh se da cuenta que ha dormido seis días y siete noches...
Este mentirse a sí mismo lo describe magistralmente Dostoyewski en “Crimen y Castigo”. Un preso condenado a muerte, quiere dormir toda su última noche. Se despierta un minuto. En ese minuto se despierta también un perro que ladra un minuto. Ambos se duermen. Horas más tarde pasa lo mismo: El preso se despierta un minuto al mismo tiempo que el perro ladra un minuto. Al amanecer sucede lo mismo por tercera vez. El preso se despierta en la mañana diciendo que no pudo dormir porque toda la noche ladró un perro.
A juzgar por los textos mesopotámicos, la más antigua preocupación de los hombres es “despertar totalmente”. Todas las doctrinas esotéricas subrayan esta “maña” del hombre que le hace unir sus pequeños estados de conciencia, como el prisionero de Dostoyewski, y olvidar que entre ellos hay grandes lagunas de sueño. La totalidad del Budismo Zen está basada en este despertar o iluminación llamada “Satori”. “No hay Zen sin Satori que es el alfa y el omega del Budismo Zen. El Zen desprovisto de Satori es como un sol sin luz ni calor... El satori puede ser definido como una mirada intuitiva en la naturaleza de las cosas en contraste con la comprensión lógica o analítica. Prácticamente significa el descubrimiento de un mundo nuevo, desapercibido hasta ahora a causa de la confusión de un espíritu formado en el dualismo. Al alcanzar el satori, todo lo que nos rodea es visto bajo un ángulo de percepción hasta ahora desconocido. Para los que obtienen el satori, el mundo cambia.... (“Essais sur le bouddhisme zen” D. T. Suzuki, Editions Albin Michel).
Pasemos al Koan 44: “El bastón de Pa-Tsiao”. El maestro Pa-Tsiao dice a los monjes en su sermón: “Si tenéis un bastón, os doy el bastón. Si no tenéis bastón, os quito el bastón”. Estas mismas frases se encuentran casi idénticas en el Nuevo Testamento. “Porque se le dará a aquel que tiene y tendrá abundancia; pero a aquel que no tiene se le quitará incluso lo que tiene”. (San Mateo, 13, 12; 25, 29). “Cuidado con la manera con que escucháis, porque a aquel que tiene se le dará y a aquel que no tiene incluso lo que crea tener le será arrebatado”. (San Lucas, 8, 18; 19, 26).
Analicemos estas frases a la luz del Pato Donald. Nuestro personaje recibe un “llamado” pidiéndole que apague el fuego. Se le da un bastón sagrado en forma de un hacha. (Todos los maestros budistas zen usan en sus sermones este bastón que tiene su raiz en el Tao. El Taoísmo elige este símbolo extrayéndolo del reloj de sol. Se enterraba una varilla en la tierra y siguiendo el cambio de la sombra se podía ver la hora, el cambio de día en noche, de verano en invierno. El bastón estaba en medio de la luz y la sombra ya a través de su presencia las dos poderosas fuerzas del Universo, Yin y Yang se manifestaban. El bastón entonces venía a significar el Yo original. Un bastón que por más que se alargue nunca llega a la sobre abundancia; por más que se ale acorte nunca se agota. Como dice Nicolás de Cues, el “Máximo absoluto y el Mínimo absoluto coinciden”...). Al recibir el llamado místico, el Pato Donald peca por orgullo. Rompe la ley: “Piensa en la obra y no en fruto” (Bagavadghitta). Se pavonea con los frutos que va a obtener: un puesto de gran responsabilidad del que su yo narcisístico sacara caricias y una medalla de bronce. (Si fuera un verdadero valor, la medalla sería de oro). Piensa además guardar estos premios en un baúl, símbolo de su ego cerrado. La idea del premio ha aterrado a todos los santos. Siempre piden que se les dé el infierno por miedo a amar a Cristo sólo por deseo de obtener el paraíso y no por Él mismo.
Los sobrinos que encarnan la lucha generacional, - son los nuevos ejemplares de hombres, jóvenes, asociados en grupo- (“mejores son dos que uno, porque si uno cayere ¿quién lo levantara?” “Un haz de varillas no presto se rompe” Eclesiastés)- representan al moderno pensamiento colectivo, a la gestalt, a la realización social antes que individual. Ellos son tres y a la vez uno. Hablan una frase dividiéndose las palabras. Así: A.-“Suena la alarma... B.- ... y el tío debe... C.- estar dormido”. Estos sobrinos relegados por el pensamiento ególatra son los que despiertan al sonar de la alarma.
Son los que se preocupan de apagar el fuego anónimamente, son los que piensan en la obra y, por último, son los que tratan de ayudar al Otro. Ellos “tienen” y por eso se les da el mejor carro de bomberos. El pato Donald “no tiene”. Por eso mismo se le va quitando. Al final ni siquiera puede apagar el fuego que hay en él mismo. Este fuego interior pide agua, ¿qué significa esto?
Tellarhd de Chardin nos da la respuesta: “El fuego, este principio del ser... Al comienzo había el Verbo... no había el frío ni las tinieblas; había el Fuego... y por la virtud de su inmersión en el seno del Mundo, las grandes aguas de la materia, sin un temblor, se cargaron de vida. Nada tembló, en apariencia, bajo la inefable transformación. Y sin embargo, misteriosa y realmente, al contacto de la sustancial Palabra, el Universo, inmensa Hostia, se hizo Carne. Toda materia está desde ahora encarnada, Dios mío, por tu encarnación”.
El llamado de la Palabra-Fuego Divino necesita del Pato Donald para que este la riegue el agua de su materia. El Pato, al dormirse, no deja que se provoque la comunión y al no apagar el fuego, la divinidad no puede encarnarse en él.
Pasemos al Koan 42. “La mujer sale de su concentración”. Una mujer cae en concentración junto a Buda. Otros santos se quejan porque ella merece este honor de estar junto al Buda. Ese les dice que la saquen de su meditación. Ninguno puede. Llama al buda a “Ignorancia”. Este se acerca a la mujer, hace su sonar sus dedos y ella se despierta inmediatamente.
El contenido es muy claro: ni la ciencia no la discusión ni la investigación pueden dar el Satori. Sólo la Ignorancia, sin forma, lo encuentra. Houang-Po dice en su “Esencia de la ley que se transmite por el espíritu”: “Incluso si todas las divinidades pasan sobre las arenas del Ganges, estas no son felices. Incluso si todos los corderos, insectos y hormigas pasan hollándolas con sus pies, las arenas no se encolerizan. Las arenas no desean ni envidian tesoros maravillosos y perfumes refinados. Las arenas tampoco odian las carroñas ni las basuras malolientes. Este espíritu es el espíritu sin conciencia”.
El Pato Donald, moderno Prometeo, recibe el llamado para que apague su pequeña hoguera mental, producto de unos cuantos cohetes, y se sumerja en el gran fuego-inconsciente-universal. Es evidente que la anormalidad del exceso de pensamiento dualístico, hace sufrir al hombre. He aquí por qué el Pato chilla cuando se le comienza a quemar la casa. Necesita el satori, pero le teme. Deja la oportunidad y tristemente, aferrado a su costal filosófico, ve alejarse a las nuevas generaciones diciendo para consolarse: “¡Tienen mucha suerte”. Creyendo que ellos no obtuvieron por un trabajo interior constante que respondía a todas las llamadas, sino que sin trabajar les dieron.
¡Pobre Pato Donald! Todo se le irá quitando, porque, aferrado a sus concepciones mentales anquilosadas, espera que le den, sin trabajar por lograrlo.
¿Y cómo lograr? El camino para el Pato Donald está trazado en el cuento: debe dedicarse a limpiar su baúl, arrojando de él todas las medallas de cobre.
Alejandro Jodorowsky recibe la Orden al Merito Pablo Neruda


Creditos fotos:
http://www.tred.cl/fgf_blog/img/alejandro_jodorowsky.jpg
http://www.canaldaimprensa.com.br/canalant/59edicao/img/pato_donald1.jpg
http://www.exhibits.cl/creatividad/0011%20Imagenes/002%20gif/galeria/images/
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Una Conversación con Claudio Naranjo



Una Conversación con Claudio Naranjo

Entrevista a Claudio Naranjo por Laura Martínez, Ramón Ballester y Arjuna Peragón.
Publicada en Conciencia Sin Fronteras
, en dos entregas, números 1 de Invierno 97-98 y 2 de Primavera 98.

CLAUDIO: Me piden que hable de la transformación no sólo como se la entiende en psicoterapia, que es sanar de cosas que molestan, que duelen; sino en la implicación espiritual, que es el pasar de un estado común y corriente, digamos del estado en el que la mayor parte de la gente se encuentra, a una condición de conciencia más amplia, más extendida.

Me parece interesante el planteamiento porque creo que hay círculos a los cuales la terapia todavía no llega, como una cosa muy interesante. Y debe haber círculos, me imagino, en los que está un poco desprestigiada.

Hablar del camino, de la transformación, de la elevación de la persona a otra condición, es algo en lo que uno no puede dejar de interesarse. Porque se puede decir que nacemos con un anhelo espiritual, con un anhelo de transformación que alguna gente siente como un llamado a sanar. Hay personas que sienten como un apretón del dolor. Eso son cosas que suceden típicamente a los chamanes, que son los primeros maestros espirituales del mundo. Ellos no son llamados por una voz sublime que les dice «ven hacia acá que te daré sabiduría». La vocación chamánica es un no poder aguantarse más de lo que, visto con nuestros ojos, sería enfermedad. Son enfermos que se reconocen como tales y por eso pasan a otra condición.

Desconfío un poco de formas de espiritualidad que se plantean como ajenas a la psicoterapia, porque hay una tentación de decir «a mí me interesa el espíritu, pero no me interesan esas cosas que le pasaron a uno de niño, no me interesan las vicisitudes de la vida familiar». Hay un peligro en la espiritualidad que no toca el dolor, que quiere solamente lo bueno. En cambio es tal vez menor el peligro para la persona que se mete en el dolor, porque si se abre la vieja herida y realmente se sana de eso, se queda en una condición más receptiva a otras cosas que llegan después, cuando uno ya tiene energía psicológica liberada para "cosas", digamos, superiores.

Es cierto que la terapia, como todas las cosas, entra en un mundo humano en el que hay gente que lo hace bien y gente que no lo hace tan bien. Hay personas que tienen la vocación o la necesidad, o que han atravesado por el proceso interno que les permite, a través del conocimiento de sí mismos, entender verdaderamente al otro.

La psicoterapia de hoy pasa por escuelas, pasa por un sistema académico, no pasa lo suficiente por este proceso interno; como en los mitos en que el héroe es partido en pedacitos y se lo echa en la olla a cocer antes de que salga renovado y renacido. Hay gente que no se mete suficientemente como para entender las cosas desde su vida, sino que aprende técnicas, aprende teorías. Y una persona que no lo ha hecho como los viejos chamanes, que no se ha metido personalmente, que no ha partido siendo un buscador, (añadiendo un interés personal al interés profesional), no puede ofrecer lo mismo. Y eso es lo que forma las escuelas hoy en día. Yo creo que hay un público ahí un poco traicionado. Un público que va al psicólogo, o padres que mandan al niño al psicólogo, y terminan diciendo «mejor no meterse con esta gente».

ARJUNA: Sí, pero tal como dices, están los dos peligros. Porque las personas que se han puesto dentro del mundo espiritual a enseñar, los maestros, que no han pasado por el dolor o no han pasado por ese proceso terapéutico, han tenido alguna experiencia cumbre que les ha confundido creyendo que ya estaban preparados para la enseñanza, y realmente ha sido como tú decías en la charla del otro día: El ego ha cogido la gloria.

CLAUDIO: Eso es otro fenómeno. Están los que no se han metido, los que han aprendido solamente de los libros, y están los que han tenido una experiencia, pero actúan desde la grandiosidad o desde el entusiasmo juvenil. Y eso ya es más. Aunque sea una situación de aprendiz de brujo que se queda demasiado grande, no deja de hacer su bien, porque a veces el entusiasmo egóico de un aprendiz se transmite y sirve al otro. Seguramente esto ha contribuido un poco a la imagen discutible de la psicología humanista hoy en día, en el entorno del movimiento californiano. ¡Tantos que se las han dado de maestros cuando estaban a medio cocer!

Bueno, con este preludio bien se puede decir del camino... yo siempre digo que para subir al cielo se necesita una escalera larga y una cortita. Que la escalera larga es arreglar las cosas de esta vida, que arreglar las cosas de esta vida es vivir mejor, llegar a ser mejor persona. Lo que en las escuelas espirituales antiguas se llamaba llegar a ser más virtuoso. Eso es lo que hace la terapia. La terapia es como una forma alternativa de lo que antes era la escuela de la virtud. El intento, no de ser una persona más amorosa, porque no se puede amar a la fuerza, sino el intento de desinhibir la conducta destructiva, la manipulación, la mentira... portarse bien.

Ese "portarse bien" no es que sea un método muy poderoso, porque una cosa es portarse bien y otra es ser mejor. El portarse bien es un camino muy lento para llegar a ser mejor. Y toda la cultura cristiana ortodoxa, digamos tradicional, es casi una demostración histórica de que eso no basta, excepto si hay una vocación. Hay gente sincera, que de tanto esfuerzo en portarse bien llega a ser santo. Pero hay otros que se portan bien hipócritamente y no cosechan hacia dentro. El resultado es que no llegan a una transformación a través de ese esfuerzo externo.

La terapia puede ser entendida como una manera de ayudar a este proceso de arreglar las relaciones humanas, yendo más allá de este simple intento de ser mejor persona (que se plantea universalmente desde el yoga y el budismo, a la tradición occidental). El conocimiento de uno mismo es una manera de desenredar lo que hay que desenredar. Y yo creo que el propósito de llegar a poner las cosas en su lugar y llegar a ser mejor persona es una cosa magnífica si está en el contexto de una buena orientación. Es una ayuda para el viaje, si hay un sentido de que hay un viaje, si hay una vocación sentida, con o sin palabras, si la persona es un buscador, lo exprese como lo exprese.

Pero si la psicoterapia es una cosa aislada, simplemente porque la persona viene con algo que le duele, ya sea la cabeza o el alma, y el médico dice «para eso tienes que conocerte», o «vamos, cuéntame qué pasa aquí o allá», el gesto es muy diferente. Así que es bueno que la psicoterapia exista en lo que se pudiera llamar un contexto transpersonal, en un contexto de espiritualidad ilustrada, digamos.
Para eso son buenas cosas tales como los cuentos de sabiduría. Las grandes cosas que no se pueden poner en forma de cuento es muy discutible que valga la pena decirlas. Las grandes verdades se pueden expresar en forma muy modesta, muy sencilla. Estos cuentos de hadas, como los cuentos de Grimm, se sabe hoy, fueron un producto consciente y no un producto folclórico. Sabemos ahora que hubo en Europa una cultura de brujas, que sabían de plantas medicinales y de cuentos. Y que después de que la Inquisición las liquidó, en sus hogueras desapareció esa sabiduría, que era un factor equilibrante de la cultura ortodoxa de su tiempo.

Los cuentos de verdadera substancia se refieren al viaje interior. Los entiende una persona en la medida en que ya está dentro del viaje.

El otro día, en la conferencia, hacía alusión al agua de la vida, por ejemplo. Todos tenemos sed de un agua de la vida que va a sanar a alguien que está enfermo dentro. Como ese viejo rey. No necesariamente ha de ser agua de la vida, a veces lo que se va a buscar son los tres pelos del diablo. Eso es lo que va a hacer la curación. Y da lo mismo cómo se ponga el símbolo, todos son relativos a una búsqueda que antes de finalizar va a llevar a una cierta aventura. Y las etapas de esa aventura, si uno empieza a mirar, contienen generalmente más sabiduría de la que posee normalmente un psicólogo.

En vista que me piden que hable del viaje interior podría hacerlo a través de un cuento sufí, un cuento que se parece mucho al de hadas, pero que existe como parte de una tradición viva. Y el cuento se usa como un equivalente de lo que en el mundo occidental es la teoría. Como una forma figurativa.

Yo estoy convencido de que los cuentos de hadas son cuentos sufíes, que viajaron desde Palestina y Asia Central a través del Mediterráneo al mundo celta, bretón y a otros lugares en los primeros siglos del cristianismo. Ya son pocos los que creen en la teoría de Jung, que decía que son producto del inconsciente colectivo, él pensaba que eran sabiduría popular. Hoy día los mitólogos han comprobado cómo las imágenes se repiten, los motivos se repiten. Y está a la vista que los cuentos del Cáucaso y los cuentos bretones, o los cuentos que circulaban en Inglaterra, están hechos de los mismos pedazos del mosaico y que puede tratarse de una transmisión geográfica.

Lo que, en algunas tierras, se ha llamado mito, que es la base de una práctica religiosa, como el mito de Osiris. Revestido en un principio de sacralidad, ha pasado a la forma más modesta de cuento, menos ligada a un culto pero ligada a una explicación. Y de ahí siguió la popularización, para que algo de eso llegue a la cultura en general.

Hay cuentos sufíes que se parecen mucho a los cuentos de hadas, o viceversa. A mí me gusta mucho el cuento del caballo volador.

Era un rey que tenía dos hijos. Un hijo era ocioso, se llamaba Tambal, que significa algo así como "soñador". Y el otro era un hijo práctico y le gustaban las cosas útiles.
El rey era un verdadero protector de la comunidad, y quería proveer a las gentes de su reino de cosas de utilidad social. Y un día llamó a un concurso para que la gente de más talento del reino produjera cosas. Había un forjador muy famoso que se aisló en su torre. Se oyó que daba golpes y que trabajaba día y noche para este concurso. Al fin aparece con un producto maravilloso, que es un aparato que no sólo se puede deslizar sobre la tierra, sino que puede volar lentamente y también sumergirse en el agua. No se había visto una maravilla tan grande nunca.Todos aplauden felices y felicitan al que presenta este invento, y están seguros de que ha de ser el elegido.

Pero después aparece un carpintero poco conocido y presenta un caballo de madera tallada. «-¿Qué es esto?» dice el rey cuando comparece para presentar su pieza. «-Bueno», contesta el carpintero, «esto parece una cosa muy simple, pero tiene una propiedad especial, y es que este caballo obedece al deseo del que lo monta, y lo lleva allá donde quiere el jinete».«-¡Ah!, dice el cortesano, esto es un juguete, es como una broma frente a ese producto que ha presentado el ingeniero. Se lo podrías dar a tu hijo Tambal, que es un soñador». Y se lo dan.

Y al carpintero no le hacen ningún caso. Incluso hay una versión del cuento en la que, por pretender una cosa tan trivial, cuando se trata de un concurso serio de cosas útiles, lo castigan, lo amarran de un árbol. Algo así como una crucifixión simbólica.
Y triunfa realmente el aparato este de las muchas propiedades. Pero Tambal se monta en el caballo. Se le ha dicho algo de que el caballo puede llevarlo a cumplir el deseo de su propio corazón, y él dice: «-¡Ay!... cuánto me gustaría saber cuál es el deseo de mi corazón». Y el caballo se levanta por el aire y lo lleva a un castillo que está flotando, un castillo giratorio. El rey está ausente en ese castillo, pero está la princesa. Se encuentran Tambal y la princesa y es un amor a primera vista, una cosa maravillosa. Pero el rey, que estaba de visita en otra parte, regresa. Entonces Tambal esconde el caballo detrás de la cortina, se esconde él mismo. Y este amor tan maravilloso queda interrumpido, porque el rey descubre el caballo.

A Tambal no se le ocurre otra cosa que hacer que huir, para volver a la tierra de su padre y conseguir refuerzos de alguna manera. Pasará largo tiempo antes de que pueda casarse con la princesa. Es un símbolo de cómo en la vida espiritual también ocurre que, tras el encuentro con la princesa, hasta que se realice eso del matrimonio, es muy largo el proceso. Aparece el amor, pero después de la luna de miel se lo pierde.

Entonces Tambal tiene que volver para pedir refuerzos a su padre, el rey. Dice: «voy a venir con ejércitos de mi padre, voy a conquistar a la princesa». El padre de la princesa se llama en el cuento el Rey Kahana, una palabra que en árabe significa algo así como profeta, pero profeta de poca categoría. Es como el rey de la etapa de la inflación, un exaltado espiritual. Insiste en que su hija sea casada con el Príncipe del Oeste. Ya está destinada y no quiere ni oír hablar de lo que ella vaya a sentir. Como en todos los cuentos de hadas, la princesa es una cautiva de su propio padre, que tiene otros planes para ella. La princesa Durri Karim, la perla preciosa.

Esta perla preciosa del alma va a tener que esperarse hasta una larga aventura de Tambal, que se dice que recorre desiertos y que ya piensa que ha perdido su causa. Hay momentos en los que cree haber llegado, pero son espejismos. Ocurren toda clase de altibajos y pasa un tiempo muy largo... hasta que llega a un bosquecillo muy agradable en el que hay árboles frutales y se siente agua cristalina. Es como un paraíso. Hay unas frutas muy bonitas. Tambal come de ellas y se queda dormido.
Y cuando despierta se mira en el agua y ve que le han crecido las uñas enormemente. Le ha crecido barba, pelo por todas partes, le han crecido cuernos... ve como una imagen demonizada de sí mismo, es una cosa horrorosa. Aunque llegara a la tierra de su padre, aunque pudiera cumplir con los actos liberatorios, ya no se puede esperar que la princesa lo acepte en esas condiciones. Lo que le parecía un paraíso es realmente un preludio a, digamos, una demonización. El se ve más feo de lo que nunca se ha visto en la vida.
Está desesperado cuando ve a lo lejos a un hombre que se acerca con una lámpara, un peregrino, como un viejo sabio. Y él, que en este momento de la necesidad más grande, de la necesidad más sincera de guía, tiene la posibilidad, le pregunta «Padre, ¡qué debo hacer?». Y el otro le dice «Come de las frutas secas, no de los frutos maduros. Y luego sigue tu destino».

Y así lo hace, come de las frutas secas. Poco a poco se le va pasando esta condición de demonizado. Él se pregunta «¡qué es eso de seguir mi destino?», cuando oye un repiqueo y ve llegar una caravana. Es el Príncipe del Oeste, que viene a buscar a la princesa para casarse con ella. Y muy arrogante le dice: «!Oye! ¿Tú eres el dueño de esta fruta? !Yo quiero comer de esta fruta! !Dame!». Y se come unas cuantas de esas frutas tan atractivas. Le pasa lo mismo, se vuelve un demonio. El no se puede presentar a la princesa de esa manera, así que le dice a Tambal: «!Oye, te vamos a poner a tí mientras tanto!».

Así que esconden al Príncipe del Oeste que se ha puesto demoníaco y cuando Tambal, siguiendo su destino, llega hasta donde está la princesa, se casan. Ella sólo pone una condición, que le den el caballo de madera. Y el padre entrega a la princesa con este juguete del cual se ha encaprichado. El padre sabe que eso tiene que ver con un amante secreto, pero en ese momento ya no importa. Y cuando el verdadero Príncipe del Oeste va a echar las cuentas con este Tambal por el cual se siente envenenado, (intenta darle una cuchillada), pero el otro parte con la princesa, se eleva por los aires en el caballo de madera.

Es un cuento que refleja exactamente las etapas del viaje. Primero, una actitud de la mente disponible como a soñar, como a preguntarse cuál es su verdadero deseo en lugar de estar tan atrapada en lo mundano, en las cosas que sirven... Luego es el caballo mágico, el encuentro con la princesa, el encuentro con la esencia y el encuentro con el centro de sí mismo. El amor, el conocer.... y luego la pérdida de eso. La tribulación, que es la noche oscura, o como quiera que se la llame. Y luego un período de, en el fondo, encontrarse con la sombra. Tras lo cual empiezan a cambiar los roles, como si lo feo, lo malo, lo podrido que aún lleva uno dentro empezara a supurar. Lo interno se empieza a hacer externo, se empieza a hacer visible. Pero al mismo tiempo al hacerse visible se va haciendo menos, se va produciendo la purificación. Luego todo acontece por sí mismo, de ahí en adelante no hay trabajo. Hay que aguantar, seguir el destino no más. Y al final el reencuentro con la princesa, el reencuentro con el alma después de haberla perdido... la ascensión.

ARJUNA: Y en estas etapas, la gracia divina, algo que no depende de uno, ¿qué lugar ocupa? ¿En qué momento se da?

CLAUDIO: La gracia divina y humana, la energía espiritual, está siempre ahí.

MON: Lo nombraste ayer como el camino espiritual. Hay un camino espiritual dentro del mundo terapéutico en el que nos movemos. Tropezamos con el dolor, lo soltamos o no... pero en el caso de Schubert precisamente hablaste de la vida como escuela, como que la esencia tiene una manera de llamar. Tú lo llamabas el lenguaje del espíritu, como que la vida misma tiene un llamado, o tiene varias llamadas. Continuamente la esencia va llamando de distintas maneras y continuamente nos volvemos a dormir.

CLAUDIO: Yo creo que cuanto más conscientes nos ponemos más despertamos a sentir la vida como campo de trabajo y de pruebas. Como que llega un momento en que uno ve que no hay nada por acaso. Y que a uno le llegan exactamente las experiencias que necesita. A veces incluso las pruebas que uno no pasa son pruebas que a uno lo transforman un poco y que lo dejan por lo menos con más conciencia de lo que tiene que hacer o de lo que le falta. Ni siquiera las pruebas en las que uno fracasa son pérdidas completas. Como si la vida estuviera orquestada. Y a eso tal vez llamémosle Providencia más que Gracia, pero es expresión de una ayuda que está viniendo siempre, sólo que a veces estamos muy ciegos o muy incapaces de recibirla. Otras veces sí que ponemos más atención.

MON: Como si hubiese un proceso de sensibilización.

CLAUDIO: Hay mucha gente que se pone sabia tan sólo con el cumplir años. Hay viejos para quienes la vejez misma es el equivalente de lo que sería el caso del yogui que se retira al bosque en la India clásica, después de cumplir con su familia... A veces en la vejez la gente pierde una parte del cerebro que tiene que ver con el mundo y ya no funciona tan bien, ya no están los mismos intereses. Pero entonces la vida se hace como un Sabat en el sentido original del día de Dios, no el día del mundo. El día que no es para hacer cosas, no es para engrandecerse, no es para competir, sino para estar con lo más profundo. Hay viejos que cuando les toca la crisis de la vejez, tal vez porque han hecho una vida suficientemente buena, es como un yoga intensivo en que aparece el desapego sin que se hubieran propuesto desapegarse antes. Y al que le llega la crisis y no la pasa es como un viejo loco que da mucho malestar a los que le rodean, se exalta el ego. No es raro que la vejez ponga claramente a la gente más sabia.
Hay gente a la que, simplemente ante la pérdida de un ser querido, o ante la vejez, les basta sin maestro, sin terapia. Así que la terapia sería una ayuda para que pueda aprovechar bien las ocasiones de la vida.

ARJUNA: Sí, yo iba a comentar algo acerca de la muerte. Que el hecho de tenerla más cerca te desidentifica de este apego o esta ilusión, o este deseo que a veces tenemos con la vida.

CLAUDIO: La certeza de la muerte física promueve la muerte del ego. No es que se pueda morir tan fácil el ego. Es el ejemplo de una persona que ya no se enoja, o que no se pone pretenciosa porque, ahora que se va a morir, siente vivamente que ello es efímero.
En algunas personas el estar al borde mismo de la muerte produce un grado de separación del ego. Hay muchas de estas experiencias que llaman los americanos Near Death Experiences. Experiencias de muerte inminente, muerte próxima. Es gente que sale del quirófano, o sale de debajo de un auto, en alguna situación de inminencia de la muerte y tocado por un... es como el encuentro con la princesa: haberse encontrado con una luz al otro lado de un túnel, haberse encontrado con un guía espiritual, haberse encontrado con un estado de ser diferente. Y la vida es diferente después de eso. No es que no haya ego, es como el viaje al castillo flotante. Ese castillo no está en este mundo, sino en otro, no está conectado. Debe hacerse una integración después. Tiene que hacerse un trabajo para que la vida se haga compatible con eso. Aunque está la semilla de la destrucción del ego que viene de la muerte, esa semilla tiene que hacerse una muerte efectiva. Y eso es un camino largo, muchos años de desierto. Un ir limándose poco a poco.

MON: Queríamos preguntarte sobre la terapia integrativa, sobre cómo ves tú el eclecticismo espiritual y terapéutico.

CLAUDIO: Históricamente lo que sucedió es que hace algunas décadas se rompió el imperio monolítico del Psicoanálisis en psicoterapia, surgieron muchas alternativas, surgió la escuela de Rogers, surgió la Gestalt, surgió la Danzaterapia, surgieron muchas maneras de hacer. Y luego el público consumidor, en lugar de beber en una sola fuente como había hecho antes, se empezó a alimentar de muchas fuentes. Llegó esto a ocurrir entre profesionales mismos, gente que entonces estaba en formación. Psicólogos, psicoterapeutas, personas que ayudaban a otros, empezaron a ver un poco de Bioenergética, un poco del Proceso de Cuadrinidad, estas cosas. Y algunas personas primero hablaban un poco con sorna, con crítica: -"Que esto no es serio, que es un poquito de esto un poquito de aquello..." Yo siempre tuve fe en la validez de seguir el propio olfato en la exploración de las múltiples propuestas en que justamente sería interesante que algunas personas bebieran en distintas fuentes para que pudieran hacer una integración.

Necesariamente hay métodos que pueden funcionar por sí mismos, pero personas que están educándose seriamente en caminos abiertos por gente como Perls, o por Rogers o por otros, incluso en las corrientes espirituales tradicionales, podrían constituir una generación con un nivel de sabiduría y presencia mayor, que en la etapa primaveral de la psicología humanista.
Tuve mi sueño hace más de 30 años de fundar una Escuela Integrativa sin haber sentido antes que había hecho una gran integración. Un poco como para tener yo mismo la ocasión de ir más adelante, en los años sesenta, cuando volví de Esalen a Chile. Vino alguien a terapia que trabajaba en una comisión del Senado, y me dieron incluso fondos del Senado. Se fundó en Chile un Centro para el Desarrollo Humano... Total, después emigré y no lo llevé a término, dejé en manos de otros algo que no prosperó. Fue un sueño. Por ejemplo, invité a Charles Brooks, el colaborador de Charlotte Selver, la que introdujo lo que ha circulado como Sensorial Awareness, el primer trabajo de conciencia corporal en los Estados Unidos... Yo mismo llevé la Gestalt hacia el año 65. La combinaba con meditación y con otros elementos que estaban a mi alcance. Y todo eso fue un sueño que no llegó muy lejos en esa época. Pasó a realizarse de una forma diferente cuando después de la experiencia de Arica me sentí en un momento de la vida en que tenía más que transmitir.

Y lo que ofrecí fue una síntesis implícita personal. El primer SAT, que fue en los Estados Unidos en el año 71, consistió originalmente en algunos elementos de lo que había aprendido con Ichazo, con alguna dosis de meditación budista y con algo de mi experiencia como terapeuta. Esas tres cosas constituyeron el núcleo, que fue desarrollándose poco a poco y, cuando tomó la forma del SAT actual, había en mí dos nociones simultáneas. Por una parte ello estaba sirviendo especialmente a la comunidad de gestaltistas de allá, era como un elemento para su formación. Lo que los gestaltistas debían tener como experiencia para hacer realmente un recorrido profundo en sí mismos y para tener a mano las cosas que están al lado de la Gestalt, que son por así decirlo vecinas de la Gestalt interiormente, experiencialmente.

Cae de Perogrullo que son terrenos vecinos el "aquí y ahora" gestáltico con el de la meditación, y terrenos vecinos el de la Gestalt con el de la comprensión analítica, en un sentido amplio. Y también considero análisis el trabajo originado por Bob Hoffman, que constituye una forma sistemática de la vuelta a la infancia para entender qué paso con lo que los psicoanalistas llaman, creo que anacrónicamente, "edípico". Que es simplemente lo que pasa con el amor y con el odio en el contexto del triángulo original. E incorporé trabajos de asociación libre que ustedes ya conocen, ese laboratorio psicoanalítico que se apoya en la observación del pensamiento, pero con puntos de referencia cambiados desde la teoría de la personalidad del Protoanálisis.

Así que eso ha sido un poco en síntesis. Son cosas que cayeron en mi camino y no puedo dejar de sentir que encajaban muy bien, en una estructura muy coherente. Pienso que cada uno tiene la posibilidad de trabajar con los materiales que le rodean y con las cosas que han pasado en su camino y contribuir a la síntesis, a la integración de territorios de creatividad que han surgido independientemente. También hay una psicoterapia integrativa particular, que es esa que ha venido surgiendo sobre todo en los últimos años, en los que no se ha tratado solamente de mi trabajo, sino de un trabajo asistido por colaboradores muy diestros. Creo que hacia eso va el transpersonalismo.
Aunque la psicología transpersonal tiende a ser, hasta ahora, una terapia con poca psicoterapia. Hay un nivel teórico en el que un individuo ha sido exaltado como bandera del movimiento. La persona que han exaltado los transpersonalistas como para decir «aquí hay una gran persona, y podemos considerarnos un Movimiento, porque tenemos un representante genial». No es un terapeuta, no es una persona que trabaja con personas. Me refiero a Ken Wilber. Es un hombre con una mente científica que ha leído mucho, que tiene intereses religiosos, pero no un terapeuta o un místico, como algunos han pretendido yendo demasiado lejos, por interesante que sea su contribución como pensador. El Movimiento Transpersonal ha hecho como un paraguas, ha creado un espacio para legitimar interés en lo espiritual dentro de la profesión, pero no ha presentado una praxis muy entusiasmante. Sólo están las palabras de los teóricos que dicen que el transpersonalismo no debería ser una cosa separada de lo corporal, no debería ser una cosa separada de la psicología dinámica. Es decir, se habla de lo que debería ser la psicología transpersonal práctica, como una psicología integrativa, como una terapia alternativa.

Y pienso que a eso he encaminado mi actividad, echando mano a los ingredientes más fundamentales comenzando por el mundo de la meditación. Las mismas dimensiones de la meditación pueden encontrarse en cualquier cultura pero en esto hay que elegir y he elegido el budismo, porque me parece la religión de la meditación por excelencia. De entre las tradiciones, es la de espectro más amplio, más vital, particularmente desde el aporte tibetano, que está cada vez más a mano con la diáspora de los tibetanos después de la invasión china. Así es que he tenido mucha suerte por poder beber en esa fuente a través de muchos maestros. Pero están al alcance de la mano...

Así que meditación y terapia a través de lo analítico y a través de la Gestalt, que es como decir a través de la invitación a la creatividad individual, al trabajo intuitivo desde la experiencia, desde la visión personal. Y también incorporé una serie de ejercicios psicológicos que he ido generando a partir del Eneagrama. El Eneagrama lo recibí desnudo, sin terapia. Como un mapa. Ichazo ni siquiera hizo las descripciones que hago de caracteres. Fue un mapa, muy simple. Y sus discípulos, hasta el día de hoy, no saben reconocer los caracteres. Eso fue un fenómeno SAT. Fue un regalo para mí verlas tan claro, tan sin esfuerzo, cuando empecé a trabajar con grupos después de mi aprendizaje con Ichazo, de forma que otros también reconocían lo que pasaba. Porque estábamos hablando en serio, no en términos académicos. Estábamos en un proceso de desnudamiento psicológico en el que todos se conocían íntimamente. Así que de ahí nació verdaderamente el Eneagrama tal como circula ahora. Pero incluso los americanos se quedaron atrás, yo diría que han comido de segunda mano las migas que caían de mi mesa. Eso fueron todos los libros que se han escrito del Eneagrama, filtraciones de los SAT de los Estados Unidos de los años 71 y 72. No tienen una dimensión transformadora, por mucho que recurran a esta palabra.

Hay personas que tienen la suficiente honradez o la suficiente salud, y como que les basta con ubicarse en el Eneagrama y son impelidos a un cambio. De vez en cuando, uno se encuentra a alguien, por ejemplo un nueve que, apenas se le señala, ve con claridad que compulsivamente está diciendo que sí a todo el mundo. Ya eso basta para que al año siguiente no sea así, al año siguiente dice "aprendí a no estar ocupándome compulsivamente de los demás, ahora estoy ocupándome de mí". A veces ocurre eso.
Pero pienso que el Eneagrama tal como entró en la cultura americana no es lo mismo que están conociendo ustedes aquí a través del SAT. Este es un trabajo posterior que he desarrollado, de hacer terapia en torno al Eneagrama y de integrarlo todo.

ARJUNA: Porque a la vista de la gran difusión del Eneagrama cabe la sospecha de que, según en qué círculos se utilice, más bien alimenta al ego, en el sentido de etiquetar, o jugar con...

CLAUDIO: "¡Mira qué sabio soy yo que se exactamente a dónde perteneces tú!". Pero eso no sólo lo hacen los eneagramistas, también sucede en Bioenergética y en Rolfing y en otros...

Recuerdo un encuentro con Lowen. Cuando estábamos mucho más verdes ambos, hace treinta años más o menos, hicimos un taller juntos en Nueva York. Yo lo encontré tan "prima donna" que no lo pude soportar. Porque hacía pasear a la gente y decía "¡Ah, mira! , tú tienes una contracción aquí...", y esto y lo otro. Y la gente quedaba muy impresionada ante algo así, como que viera el alma de los pacientes a través del cuerpo. Y el Eneagrama es tanto más asidero para hacer eso.

Es muy cierto lo que dijo Ichazo a un periodista que quiso hacerle una entrevista hará unos diez años. Publicó un artículo en Los Angeles Times, que era una cosa muy leída, y le puso como título "Whatever is lurking behind the Personality Assessment Cult?" Algo así como "quién sabe el mal o el daño que se esconde en este culto del Personality Assesment". Este es un término bastante técnico en psicología, que más o menos se traduce por "evaluación de personalidad". Yo me formé en Estados Unidos, en el Instituto de Personality Assesment de la U. de California antes de conocer el Eneagrama. Y era donde elegían los comandos en la guerra, por ejemplo, cuando se consideró que no servían los tests en forma de cuestionario. Había que ver quién iba a tener el liderazgo, quién iba a tener iniciativa, quién iba a tener las cualidades que se necesitan en una situación de emergencia. Entonces empezaron a poner a prueba a la gente en situaciones como la de pasarse de la copa de un árbol a otra, y a evaluar las iniciativas, el liderazgo y otras cualidades en un test de campo. Ahí fui a parar, y eso se llamaba Personality Assesment. Y el periodista, después de una entrevista con Ichazo, insistía en la mala índole que hay detrás de ese culto a la evaluación de la personalidad.

Es como que el movimiento del Eneagrama en los Estados Unidos se ha convertido realmente en un culto, en tanto que eleva a valor intrínseco algo que no es más que un valor instrumental. El valor verdadero es que alguien pueda conocerse a sí mismo, o que alguien pueda ayudar a otro a una transformación. Y a lo que se rinde culto es a una especie de grandeza de ciertos maestros, de ciertos enseñantes, que se suben a una plataforma especial psíquica. Tal vez esta capacidad de decir alguna cosa nueva sobre el ocho, o de puntualizar algo que han dicho otros. Como una competencia de información sobre el Eneagrama, y de "qué veo yo que no ves tú". Y se ha creado mucha falsa autoridad. Me siento un poco responsable de eso, porque puede ser como una caricatura de mi propio entusiasmo en aquellos tiempos. Cuando lo hice, en mí había algo más. Estaba conectado, digamos, con un espíritu guía. Cuando digo «espíritu guía», no lo digo como algunos mediums que se sienten conectados con una entidad individual. Nunca supe quién me guiaba, pero que estaba guiado no me cabe duda. Me llegaba una gran inspiración. Pero asimismo me sentía muy especial, y la contaminación narcisista se contagia. Y así se hizo una escuela de narcisismo.

Vi esto muy reflejado en un comic de Jodorowsky. No se si ustedes han visto El Incal, una serie de cuatro o cinco volúmenes de cómics. El personaje central, que corresponde al Loco del Tarot, es John Difool, ese personaje que tiene un pájaro. Es un ser ordinario que hace todo el viaje y al final llega al Planeta de los Pájaros, al planeta de los seres más desarrollados. El había ganado una gran competencia por lo que le cupo inseminar a la Gran Madre en una excursión a este planeta. Y cuando después de mucho tiempo vuelve a este lugar tan elevado, se ha transformado en un planeta muy mediocre, porque él puso su semilla allí cuando todavía estaba muy verde. Se encuentra un planeta hecho de caricaturas de sí mismo.

Algo así ha habido. Tuve una herencia dudosa cuando ni quise tener herencia. A veces me llaman padre del movimiento del Eneagrama en los Estados Unidos, y yo digo "padre sí, pero es un hijo ilegítimo". Fue una infiltración, gente que rompió un secreto. Además, lo que presenté en el curso de unos dos años fue sólo un trabajo caracterológico grupal, y luego la gente se ha puesto a adivinar el resto. Así se pusieron ya los jesuitas a especular sobre lo que eran las "ideas divinas", han reformulado las virtudes, se han echado al bolsillo la cosa.

LAURA: Estoy pensando si podrías aportar una visión de futuro: por dónde te parece que va a ir el cambio social.

CLAUDIO: Si uno mira el mundo, a veces parece que no hubiera cambiado nada desde los peores tiempos. El nacionalismo hace los mismos estragos que ha hecho a través de toda la historia, la capacidad de entenderse de las naciones es problemática, y de la justicia de la distribución de la riqueza ¡qué hablar! Los problemas, a pesar de que hemos pasado por décadas de marxismo y por décadas de conciencia contemporánea, no parecen haber cambiado mucho en el mundo. Y uno se pregunta si hay verdaderamente esperanzas, o si no es un sueño romántico que vayamos a tener un mundo mejor alguna vez.

Sobre esto es muy difícil argumentar, sólo puedo compartir un sueño, una visión. A mí me parecería una muy mala inversión haber cultivado este planeta hasta este punto y un absurdo que toda nuestra historia que es como una vida infectada, una vida bastante pobremente vivida, no llegara a florecer, no llegara a liberarse.

Eso me parece ilógico, aunque de acuerdo con una lógica que no es la de la razón sino una lógica poética. Del mismo modo en que el individuo sufre los traumas de su infancia, de su juventud, y llega un momento en el que se libera y en el que todo ese proceso de oscuridad y dolor cobra sentido y se alegra de todo lo que le tocó (y se alegra hasta de los años más oscuros, porque tenía que pasar por eso para llegar a ese glorioso final, a esa conciencia que parecía requerir todo ese alimento) también imagino que en el plano colectivo nos liberaremos de nuestros traumas históricos, y atravesaremos por una transformación. Ya nos vamos liberando poco a poco. Tal vez más en esta generación que en otras generaciones, porque es una generación de muchos buscadores.

Yo creo que estamos en un mundo más consciente, pero que no llega todavía esa conciencia al "quorum", a la magnitud suficiente de la población necesaria para que el cambio incida en lo político. Los que deciden la marcha de las cosas no son los chamanes. Los políticos y los chamanes viven en dos mundos muy separados.

Pero creo que en algún momento la transformación individual va a reflejarse en la transformación global. Se hará presente el peso de lo obvio. Así es como sucede en grupo, cuando hay una mayoría de personas que ve con claridad lo que le está pasando a uno de ellos, por ciego que éste esté. Lo que muchos están viendo en ese caso es "vox populi", no necesita de muchas palabras para transmitirse. Parecería que el peso de la conciencia grupal hace que el otro vea.
Hoy en día, por ejemplo, cuando se ve una película antigua la gente se ríe. Porque hay ciertas cosas en la cultura de hace veinte años que ya son "demodé", se nos hacen divertidas. Y cuando leemos escritores antiguos, intelectuales de hace algunos decenios, vemos los absurdos. No es porque seamos tan intelectuales, sino porque estamos un poquito más despiertos, porque compartimos una manera más moderna de ver.

Uno llega a la terapia desde una posición voraz de «dame, dame, dame, yo quiero para mí». Pero si la terapia o la búsqueda espiritual funcionan, llega uno a ponerse más generoso, y cuando uno se pone más generoso está en posición de dar en el mundo. Uno se interesa más por lo que ocurre en torno y está más sensible. Cuando haya más gente así en el mundo... creo que esa es la gran esperanza, porque en los caminos de la política ya llevamos muchos siglos y se ve que la política de poder y el maquiavelismo no llevan a ninguna parte.

Lo único que puede hacer un mundo diferente es un tipo de persona diferente. Como decían los comunistas de antes, pero nunca lo practicaron. Decían que un mundo nuevo necesita un "hombre nuevo", pero nunca se ocuparon de formar un hombre nuevo. Creo que estamos ahora más interesados en rehacernos a nosotros mismos que en rehacer a los demás. Y, si se quisiera hacer algo por los demás, sigo pensando (como decía en "La Agonía del Patriarcado") que habría que interesar a los gobiernos en que se tomaran verdaderamente en serio la educación, como algo con una finalidad muy diversa a la que se le ha dado, la educación, restituyéndole a su función más importante de ayudar a la gente a ser más gente. E incluyendo en ella especialmente una educación interpersonal, en bien del ser social. Si eso ocurre a nivel de decisiones gubernamentales, se empezaría a acelerar el proceso de cambiar el proceso de cambiar el mundo.

Credito de la foto: http://lamemoria.blogia.com/upload/20061214134238-claudionaranjo-g.jpg


21 junio, 2007

Una cita de Thich Nath Hanh
























If in our daily life we can smile, if we can be peaceful and happy, not only we but everyone will profit from it. This is the most basic kind of peace work.
Thich Nhat Hanh














Creditos de las fotos:
http://beaconforlife.blogs.com/pastoral_coach/A2193_CAT.jpg
http://www.forusa.org/fellowship/jan-feb_03/images/nhat-hahn-dekar.jpg

17 junio, 2007

Sexualidad.



Sexualidad, Ese Asunto tan Interesante... y tan Esquivo.

Alejandro Celis H.

¿Se preguntaría usted si es "conveniente" o no que su hija o hijo estudie Historia antes de su mayoría de edad? ¿O Matemáticas? ¿O Literatura? ¿O Computación? Quizás la pregunta le parezca absurda: generalmente, los únicos criterios que se esgrimen para decidir si enseñarle o no un tema determinado a un niño sea el de preguntarse si sus procesos cognitivos se hallan o no preparados para comprender intelectualmente lo enseñado o si ese tema específico tiene importancia directa para sus intereses inmediatos. En base a lo anterior, no se le enseña Cálculo Diferencial en Kindergarten, y sí Educación Cívica cuando se acerca a la edad en que deberá ejercer sus derechos y obligaciones ciudadanas. Nadie cuestionaría lo "adecuado" de enseñarle Educación Física a los niños, desde muy pequeños: se consideran, por supuesto, factores como su nivel de crecimiento, la formación de sus huesos... todo aquello que implique favorecer un proceso de crecimiento y maduración saludable. Nadie pensaría, en la actualidad, en considerar factores de tipo moral o ético: "¿Está el niño suficientemente "maduro" para hacer deporte? El ejercitar su cuerpo, ¿afectará acaso su "juicio moral"? ¿Lo convertirá esto en un potencial degenerado y/o delincuente?

Prejuicios, mitos y tabú
Por motivos no enteramente claros, sin embargo, no ocurre lo mismo cuando llega la hora de considerar la conveniencia de impartir Educación Sexual. Cuando eso se discute, surgen, en padres, establecimientos educacionales y Gobierno, todo tipo de reservas y cautela: "¿Estará el niño "en edad" de aprender esto? ¿Afectarán estos temas su inocencia y candor? ¿Acaso esto podría deformar su criterio y "ensuciar" su mente?". Todo esto, por supuesto, no considera el hecho de que el medio circundante y la curiosidad natural del niño se encargan de instruírle de modo informal: si cada lector recuerda la forma en que se "instruyó" (?) respecto al tema del sexo, es muy probable que descubra que fue en juegos con niños y niñas de su edad, en conversaciones llenas de mitos y deformaciones o en exploraciones mutuas de sus cuerpos. Naturalmente, existen formas más duras y traumáticas de aprender estas cosas: violaciones y abusos que podrían haberse evitado si el niño o niña hubiese tenido los elementos de juicio para entender lo que estaba ocurriendo.
Son privilegiados aquellos que han llegado a la adultez con la sensación de haber aprendido todo lo que necesitaban respecto al tema de un modo simple, directo y pedagógico. A la hora de hablar de esto con sus hijos, el padre o la madre más inteligentes y/o instruídos vacilan, balbucean, se muestran increíblemente torpes, echan mano a ideas enteramente irracionales o descubren cantidades de pretextos para eludir el tema. ¿Por qué ocurre este fenómeno tan peculiar -y probablemente, único- con respecto a este asunto?
La palabra "tabú" según el diccionario de la Real Academia Española -además de otra definición que no viene al caso- significa: ...es la condición de las personas, instituciones y cosas a las que no es lícito censurar o mencionar. El tema del sexo cae dentro de esa definición: el elemento de "evitación", de lo que "se evita sin motivos claros" está enteramente presente en esta área. Remontémonos a generaciones anteriores: ¿cómo se enfrentaban al tema nuestros padres, nuestros abuelos y las generaciones que les precedieron? Por referencias anteriores -testimonios directos, libros y lo que podemos ver en el cine- descubriremos que, claramente, el tabú parece remontarse hasta que la memoria se pierde, y haber sido más notorio en el pasado. Lo que es claro es que en ningún país de Occidente (y en la mayoría de los de Oriente) se habla con entera libertad acerca del tema. El asunto está teñido de ideas que se engloban en los conceptos de "moralidad", "respeto", "privacidad", religión", etc.
Un muy conocido místico inglés, de alrededor de sesenta años de edad en la actualidad, recuerda: "Mi madre me había dicho que podía preguntarle lo que quisiera respecto al tema. Una vez le formulé una pregunta relativamente simple, y me pegó con tal violencia que me tiró al suelo. Obviamente, nunca le volví a preguntar nada. En otro momento, mi padre, muy avergonzado, me dio un libro que parecía provenir de alguna biblioteca antigua. Se estaba desarmando, y todas las páginas estaban amarillas. Debe haber estado en la familia por generaciones. En ese libro, decía textualmente que la masturbación producía ceguera, ¡y yo me estaba masturbando todos los días!".
¿Cuál es el origen de este tipo de actitud frente al tema? Quizás los historiadores o antropólogos podrían responder esa pregunta con más autoridad: sin embargo, podemos suponer que, en algún momento de nuestra evolución y por motivos no enteramente claros, alguien quiso manipular a los demás haciéndoles sentir incómodos respecto a su cuerpo o a sus necesidades fisiológicas, y desde entonces las personas se avergonzaron de sus genitales y de las conductas relacionadas con éstos. ¿Suena irracional? Ya lo sé, pero la verdad es que nuestra actitud frente a la sexualidad es tan absurda y carente de sentido que no necesariamente su origen deba ser lógico.
Sabemos que, en la América pre-Colombina (pre-invasión), los indígenas solían tener una actitud bastante más desinhibida, hasta que los misioneros de la "única" religión -que son los mismos que en la actualidad aseguran que sólo existe una moral valedera- les inculcaron la noción del pecado. En la actualidad, y merced a los conocimientos que han aportado antropólogos socio-culturales como la famosa Margaret Mead -en su libro Adolescencia y cultura en Samoa y otros-, hemos llegado a saber que las actitudes que nuestros antepasados europeos tenían al respecto no eran las únicas posibles, y al menos algunos sectores hemos adquirido un mayor respeto por otras costumbres y formas de pensar.

La naturaleza de la energía sexual
Si usted logra asumir una actitud desprejuiciada a este respecto -cosa ya difícil- ¿puede observar hasta qué punto lo que tiene que ver con la atracción sexual -entendida en un sentido amplio- tiñe nuestras vidas? Ya está manoseado el cliché de que los hombres, estando solos, hablan de mujeres y viceversa. Y sin embargo, observe lo cierto que es. Puede que cambie el tono o las facetas del tema, según la edad del grupo u otras de sus características, pero la verdad es que ése suele ser el tema de conversación. ¿Por qué tanta importancia? Deseamos ser "civilizados" y "elevados" -y finalmente terminamos en lo mismo. Es cierto que las relaciones hombre/mujer tienen varios niveles: el amor romántico, el compañerismo, el acto sexual... hasta la patología de la explotación y obligación mutua. Sí, pero el sexo lo cambia todo. Si no me cree, pregúntele a su pareja si le importa que usted tenga amigos(as) del sexo opuesto. Lo más probable -a menos que realmente tenga un problema- es que le diga que no. Acto seguido, pregúntele si le da lo mismo que usted se acueste con esos (esas) amigos(as), y observe su interesante reacción.
¿Y por qué esa distinción? Es un ámbito que asume una importancia desmesurada; y al respecto quisiera proponer algunas cosas. Antes que nada, cada uno de nosotros, por el simple hecho de tener un cuerpo físico, no sólo adquiere genitales, sino toda una serie de reacciones instintivas que a su vez generan emociones y vivencias no siempre comprensibles -y menos aún controlables-. El discurso "civilizado" es, por supuesto, que somos superiores a los animales y que, por lo tanto, podemos -y, más aún, debemos- dominar ese tipo de impulsos a nuestro antojo. El problema es que parece no ser posible: los altos índices de violaciones, de abusos de menores, de prostitución, de sacerdotes que son pillados in fraganti con alguna parte de sus cuerpos en la masa, la importancia que tiene una cuota de sexo para el éxito de una película determinada, la pornografía en revistas, videos y cine, la enorme clientela de que parecen disfrutar los moteles, los índices de infidelidad confesados por hombres y por mujeres... ¿no nos estarán diciendo eso precisamente?
El impulso sexual -quiero proponerlo enfáticamente- no es controlable a nuestro arbitrio, no depende de decisiones meramente racionales. No basta con que nos propongamos -quizás con la mejor de las intenciones- sentir atracción sólo por nuestra pareja, por ejemplo, o que intentemos no dar curso a nuestros deseos sexuales -ya sea antes del matrimonio o en el caso de sacerdotes y monjas-. ¿Cuántos casos existen de personas que, llevadas por creencias religiosas o simplemente por las costumbres sociales logran negar durante casi toda su vida este impulso... sólo para verse desbordadas tarde o temprano por su intensidad, quizás en una relación extramarital que las llena de confusión y de culpa? No quiero caer en el dramatismo, pero estos casos son demasiado comunes. Lo común es que atribuyan ese período como un mero "traspié", como "algo incomprensible que les ocurrió" o un "tropiezo, una locura"... hasta la siguiente vez, en que deberán extremar su ingenio para justificarse frente a sí mismas.
Mientras todo lo relativo al sexo sea tabú (motivo de encubrimiento y culpa) la situación no va a mejorar. Seguiremos atribuyendo la violencia sexual al "desbande de unos pocos degenerados" y nos refugiaremos en la cómoda y mullida idea de que "la gente como uno" no se ve involucrada en "esas" cosas. De allí al ocultamiento, la hipocresía y la represión sólo hay un paso. ¿Le tocó por casualidad a usted ver al grupo musical Technotronic cuando vinieron a Chile y fueron transmitidos por el pontificio Canal 13 de TV? Creo que nunca he visto hipocresía más flagrante -y eso que abunda- en nuestra TV: en un momento, los miembros del grupo comenzaron a mover sus pelvis en una forma más o menos desatada siguiendo el compás de la música -¡y las cámaras de TV apuntaron al suelo cada vez que eso ocurrió!-. Era muy divertido -pero también patético- ver cómo apenas los cantantes comenzaban a mover el trasero el camarógrafo parecía interesarse mucho más por algo que estaba en el suelo.
Otro ejemplo -de graves consecuencias- fue el triste episodio de los famosos spots iniciales de educación para la prevención del Sida. Aquellos que los vieron recordarán que el tema era tocado con bastante discreción y en forma tan indirecta que casi no resultaba pedagógico, aunque sí se mencionaba la palabra mágica que a tantos pone los pelos de punta: preservativo (¡búuuh!). Como se recordará, dos canales de TV (Megavisión y, obviamente, el canal Pontificio) se negaron a mostrarlos, aduciendo que el tipo de prevención que sugieren ellos es otra -la abstinencia o la pareja única, probablemente-. Hasta allí, todo razonable y legítimo: cada uno puede elegir la opción que le parezca. Sin embargo, ¿acaso los ideales católicos son siempre llevados a la práctica por todos los que se dicen católicos? Me resisto a la tentación de dar una respuesta; sin embargo, el propósito obvio de los spots era informar para que se reduzca la posibilidad del contagio de una enfermedad que -en muchos casos- resulta mortal. ¿Tiene sentido taparse los ojos y negar?
La política de la avestruz... ¿funciona?
Una tercera idea que quisiera proponer es que la represión no elimina el "problema" -de hecho, el sexo no es un problema; más bien, es precisamente las represión la que lo convierte en un problema-. Lo único que logra la represión es que intentemos ocultar -frente a nosotros mismos y frente a los demás- lo que sentimos al respecto; pero intentar ocultarlo no logra nada. La energía sexual es una fuerza tan gigantesca y penetrante que no podemos eliminarla: sólo podemos "desviarla" -y eso es precisamente lo peligroso-. Una energía que es simple, directa y limpia es deformada a través de la represión... ¿y en qué se convierte? En delitos sexuales -violaciones-; en embarazos irresponsables y producto de la ignorancia -en Chile se producen 150.000 abortos anuales conocidos, lo que obviamente no incluye los embarazos indeseados de mujeres adolescentes que no abortan-; en aberraciones -según cifras de Unicef, de 1995, el 63% de los niños chilenos son víctimas de maltratos y el 34 % recibe agresiones graves en el hogar (incluso abusos sexuales): Chile tiene el tercer lugar del mundo en maltrato (incluído el abuso sexual) de menores en el hogar-. Todos estos eventos, como es sabido, ocurren en todos los niveles sociales y económicos, sin distinción. En ciertos sectores de Africa, siguen extirpándoles el clítoris a las mujeres... "por higiene" (entiéndase por ignorancia y por mitos).
Un conocido mito ("pensamiento mágico") que impera a todo nivel es que el sólo admitir una posibilidad aumenta la probabilidad de que ésta ocurra. Ejemplos: "Si hay una ley de divorcio, todo el mundo va a separarse"; "Si admitimos la posibilidad de un robo -y tomamos precauciones- estaremos atrayendo a los ladrones"; "Si validamos por ley algunas circunstancias en que se pueda abortar, todo el mundo lo hará"; "Si informamos a niños y adolescentes en forma completa y detallada acerca de su sexualidad, van a transformarse en maníacos sexuales", etc. Por tanto, "Evitemos que, desde la niñez, hombres y mujeres se vean desnudos; separemos los baños por sexo; tapemos las portadas de las revistas que traen fotografías de desnudos; digámosle a la gente qué puede o no ver en el cine, la televisión, el Cable..."

Propuestas
El tema tiene tantas facetas y niveles que, bien sabemos, podríamos llenar muchos libros a este respecto: la psicología de ser hombre y de ser mujer, los aspectos meramente biológicos, los valores, la relación entre los sexos, los diferentes roles que la sociedad asigna a hombres y mujeres, las enfermedades venéreas, el control de la natalidad, el machismo y el feminismo, etcétera. El propósito de este artículo, sin embargo, es más limitado: la invitación que quisiera extender es a mirar el fenómeno con la actitud menos prejuiciosa posible, y a constatar que la sexualidad implica realidades que la Humanidad por siglos se ha esforzado en negar, con resultados menos que satisfactorios.
Un amigo suele expresarlo del siguiente modo: si un extraterrestre viniera a la Tierra a estudiar nuestro comportamiento, concluiría que estamos locos. Más allá de toda la impresionante abundancia de motivos que existen para alcanzar esa conclusión, se basaría en que hay un tema que a todos nos interesa, obviamente, muchísimo: el sexo. Y sin embargo, en toda nuestra conducta externa -gestos, actos, lo que hablamos o no hablamos- realizamos esfuerzos sobrehumanos por disimular ese interés y aparentar una indiferencia absoluta.
Enfrentémoslo: este tema es quizás el más controvertido y, a la vez, uno de los más importantes para nosotros. Ya sé que muchos, de ser consultados, dirían que no le atribuyen tanta importancia en sus vidas. Al respecto quisiera agregar un dato: la represión que nos enseñan desde niños produce, en muchos casos, que no percibamos conscientemente nuestras vivencias relacionadas con el sexo. No es que estemos eligiendo conscientemente: "Estando plenamente consciente de todas mis vivencias al respecto, hay otras cosas que me interesan mucho más". Lamentablemente, las cosas no son así -ojalá lo fueran-. Precisamente lo que propongo es que levantemos la barrera de la represión y comencemos a vivir esa dimensión en forma más natural, sana y desprejuiciada.
Con lo anterior no quiero decir que seamos por naturaleza unos maníacos sexuales, y que los que no se reconocen como tales sólo lo están reprimiendo. No; lo que quiero decir es que prácticamente ninguno de nosotros ha vivido el sexo en forma enteramente natural y espontánea desde niño(a); y que, por lo tanto, es más que probable que todos tengamos cierta cuota de represión. ¿Cuál creo que es el criterio para decidir si reprimimos o no? Creo que el gran índice reside en el control: ¿dejamos escapar el control cuando vivenciamos el sexo? ¿Lo manejamos desde la cabeza o es algo que nos lleva?
¿Cómo podríamos enfrentar el sexo en forma más natural? Por ejemplo, asumiendo que el sexo es divertido: seguir suponiendo que su única función es la reproducción es, simplemente, síntoma de una grave ceguera. ¿Cuántas veces en su vida ha tenido usted relaciones sexuales? ¿En cuántas de esas ocasiones su objetivo era reproducirse, generar un hijo(a)? Si aceptamos que tiene un importante componente de diversión, dejaremos de creer que sólo debe iniciarse y circunscribirse al matrimonio, ¿no? Y entonces puede que aceptemos que los adolescentes e incluso los niños puedan jugar juegos sexuales, con las debidas precauciones. A propósito, ¿ha oído usted de un experimento educativo que se hizo famoso hace algunos años, llamado Summerhill? Si no lo ha oído mencionar, se trataba de una escuela de educación alternativa para niños y niñas que residían allí -una especie de internado-, bastante respetada en la mayoría de los círculos de la psicología y la educación.
Bien: esa escuela era dirigida por un tal Neill. Pocos años atrás, su esposa, al ser entrevistada, señaló que ellos habrían considerado altamente conveniente permitir que los niños tuviesen relaciones sexuales entre ellos; pero que sin embargo, dado el escándalo social que eso habría significado, habían decidido con su esposo no hacerlo. Yo admiro el valor que esa anciana tuvo de confesar eso. De hecho, pienso que para todo el mundo sería muchísimo más sano y menos deformante permitirles vivir su sexualidad en forma espontánea, desde niños. De hecho, ¿ha visto usted lo que ocurre cuando a un niño se le prohíbe algo? Se le hace muchísimo más interesante y atractivo aún, ¿no es cierto? Bueno: pienso que si se le dejase vivir esta dimensión en forma enteramente natural, el sexo asumiría, en su vida, la dimensión que le corresponde -y no la compulsiva y enfermiza obsesión que constituye para la mayoría de los adultos... y eso que estoy hablando del adulto "normal"-.
En suma, en caso de ser vivido con mayor sanidad y consciencia, el sexo pasaría a tener el rol secundario que le corresponde. Lo tomaríamos menos en serio y no le daríamos tanta trascendencia. Es obvio que puede ser más grata o enriquecedora una relación sexual en que haya amor; pero claramente éste no es un ingrediente imprescindible. Puede haber sexo sin amor -puede ser un juego, un acto divertido-, y la verdad es que tendríamos menos problemas si lo admitiéramos: nos complicaríamos menos, muchos matrimonios cuyo único propósito es -en verdad- el sexo, no llegarían a producirse y cada faceta de la relación entre los seres humanos adquiriría la dimensión que le corresponde. Probablemente valoraríamos más en una relación la mutua aceptación, el apoyo, el amor incondicional... quizás sólo tendríamos niños cuando de veras estuviésemos preparados para hacernos cargo de ellos -y por tanto, no estaríamos inundados de gente en el mundo, sólo por la falta de apoyo real de la sociedad al control de la natalidad.
¿Estamos, como sociedad, muy lejos de la situación que propongo? Claro que sí, pero cada individuo puede llevar la vida que desee -si deja de venderse por la aceptación de los demás-. Hay cosas que pueden hacerse. Creo que fue muy honrosa la iniciativa gubernamental de llevar adelante el trabajo con las Jocas -grupos de discusión para acordar el tipo de educación sexual a llevar a cabo en los colegios-. Obviamente, hubo resistencia; y si el Gobierno desea insistir en ese proyecto, deberá tener la suficiente entereza para llevarlo adelante a pesar de la resistencia. Creo que en los programas de educación sexual no basta con la parte técnico-biológica; tampoco creo que la idea sea adoctrinar a niños y niñas con la posición oficial de una religión determinada al respecto.
Creo que, en este minuto, las personas necesitan urgentemente que no se les trate como deficientes mentales. Necesitan que se les den elementos para formar sus propias pautas de conducta frente a la sexualidad: que se les informe acerca de los métodos anticonceptivos, que se les enseñe gráficamente cómo utilizar un preservativo correctamente, que se les expongan diferentes posiciones culturales y valóricas al respecto, que se les hable del sexo en sus aspectos reproductivos, afectivos y lúdicos, que se les hable de la posibilidad de alterar su estado de consciencia con el sexo, que se les muestren ejercicios de respiración y de despertar sensorial, etc. La situación actual es que una gran proporción de hombres y mujeres tienen, alrededor de los 15 años, cuerpos de adultos, biológicamente capaces de tener relaciones sexuales y de reproducirse...y sus mentes -deformadas por la contaminación social- corresponden a niños de pecho, incapaces de hacerse cargo de las vivencias de sus propios cuerpos.
El rol tradicional que la sociedad machista otorga a la mujer, por ejemplo, es -lamentablemente- el de limitarse estrictamente a ser una estúpida dueña de casa reproductora y criadora de niños: ¡y lo peor es que el lavado de cerebro es tan efectivo que algunas defienden ese derecho! Y, concordantemente, el hombre suele transformarse en un niño grande egocéntrico, irresponsable e insensible afectivamente. Creo que uno de los más grandes obstáculos para que los seres humanos asumamos el potencial que traemos es nuestra forma actual -infantil y limitada- de vivir el sexo y todo lo que se relaciona con él.

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